jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Qué es una murga?

-¿Qué es una murga, papá?-, preguntó el niño a su padre, como bien se puede deducir. Éste, señalando una foto pegada en la pared, le dijo: -¡Eso es una murga!
El pequeño alzó la vista, miró la foto, y comentó: -Están todos vestidos iguales-.
-Sí, siempre es así-, explicó el adulto.
-¿Pero no veo los instrumentos musicales?-, interrogó el chico.
-Esas son otras murgas chiquilín. Esas afinan algo al menos, incluso las peorcitas. Esa foto de Peñarol la compré cuando empezó el último Apertura.
-No, en serio papá. ¿Qué es una murga? Necesito saberlo pues estoy un poco confundido.
-Murga es alpechín. O sea, un líquido oscuro y fétido que sale de las aceitunas cuando están apiladas antes de la molienda, y cuando, al extraer el aceite, se las exprime con auxilio del agua hirviendo.
-Sigo sin entender.
-Murga es una compañía de músicos malos que toca a las puertas de las casas acomodadas, con la esperanza de recibir algún obsequio.
-¿Es como un judas formado por muchas personas que tocan música mala?
-No, hijo.
-Papá, para mí era algo de música en el verano, pero siento decir, que murga es esto, murga es aquello, murga lo otro. ¿Todo es murga, papá?
-No, también están los parodistas, los humoristas, las revistas y las comparsas.
-Ahhh. El otro día mamá dijo que “el Frente es una murga”. ¿Es cierto?
-Bueno es que hay murgas murgas y cosas que se parecen a una murga.
-¿Por ejemplo?
-Las murgas murgas, las de verdad, son las que cantan en los tablados y en el Teatro de Verano: Araca la Cana, Agarrate Catalina… todas esas. Después están las cosas que parecen una murga, y además mala: Peñarol, Nacional… casi todos los cuadros uruguayos, la selección, la AUF. En política: los blancos son una murga, el Frente va en camino, los colorados son una murguita.
-¿Por qué son chiquititos?
-No, porque son poquitos.
-O sea que las murgas cantan. Las de verdad.
-Sí.
-¿Y qué cantan?
-Esteeeeeee… Hablan de fútbol, de política, de cómo está el mundo. Hacen chistes. Bromean. Se meten con la gente. Y terminan cantando todos juntos, bien fuerte, medio llorando.
-Es como los asados que hacés con tus amigos.
-Algo así.
-Ahhhhhhhhh. ¿Entonces por qué no estás en una murga?
-Es que papi tiene que trabajar muchas horas al día para que al niño nunca le falte nada. Por esto a papi no le queda tiempo para ir a ensayar a una murga.
-¿Y por qué mamá sí va todas las noches a una murga?
-Por que tendrá un novio murguista, porque ella no puede cantar ni en un bingo de escuela rural. Desde que papi y mami no están juntos, cada uno hace lo que se le canta sin pedirle permiso al otro.
-El orto, sí… Mamá dijo algo de eso.
-¿El orto roto por otro?
-No dijo eso, pero… parecido… que Roberto… abierto… roto… orto. No me acuerdo.
-Dejalo así, nene. Por lo visto si querés saber algo de murgas preguntale a tu mamá que entiende bastante. A mí preguntame de otra cosa.

martes, 22 de septiembre de 2009

La leyenda de los pu pla

Cuenta la leyenda que los pu pla de Montevideo son una venganza que se tomaron los ingleses antes de ser expulsados en sus fracasadas invasiones de comienzos del XIX. Tal vez su error estratégico fue que fallaron en cuanto al sexo. Si en vez de llegar ahijuna por el repecho los ingleses, con sables y toda la parafernalia, hubieran sido ahijuna con esos pechos vienen llegando ya las inglesas, en una de esas ahora todos estaríamos hablando de fack you, excuse me, shit, cat y dog. Pero no. El asunto fue que mandaron ingleses y marcharon. Pero cuenta la leyenda –y con esto se regresa al comienzo luego de la interrupción motivada por el sexo de los invasores-, que los tipos venían con ganas de instalarse y los sacaron carpiendo. Así que en retirada se mandaron la de Hansel y Gretel pero en versión cagadora. Como no pudieron quedarse desparramaron semillas de árboles, que por esta época suelen ser conocidos como los pu pla, gracias a una contracción simplificadora del lenguaje.
Parece que ésta era una costumbre de los soldados de la pérfida Albion. Lugar que no podían conquistar, lugar que jodían. Para ello cada combatiente disponía de una bolsa llenita de semillas de los pu pla. Durante su educación militar se lo enseñaban: si toca retirada, mano a la bolsa y a tirar semillas. Y como acá somos medio abombados –si miramos con un ojo- en principio se creyó que los pu pla eran botín de guerra que se les había caído a los invasores por la brava persecución de las huestes autóctonas. Entonces la gente se dedicó a cuidar y regar los pu pla, hasta que se hicieron grandes. Incluso se inicio entre los mozalbetes la costumbre de orinar los pequeños pu pla, que para ellos representaban al invasor inglés. Esto se convirtió en una tradición de los jóvenes, que tomaron el hábito de vaciar sus vejigas sobre los pu pla, cosa que se transmitió de generación en generación hasta el presente. Es por eso que tanto muchachote entrado en copas va por ahí cloreando árboles, sin saber el significado de esa tradición, de sabida raíz antigringa. Precisamente a este hábito se debe el color de la pelotita vegetal que cuelga de los pu pla. Pelotita que llevó a los antiguos habitantes, cuando estos vieron que los árboles en cuestión tenían algo más que hojas, a pensar que buena cosa sería disponer de una rica fruta al alcance de la mano.
Cuando pudieron percatarse que aquello no era una fruta comestible, se dijeron: -mierda, habrá que cocinarla-. Ahí probaron hervirla, fritarla, rallarla para ensalada, pero nada. Mientras tanto los pu pla fueron aumentando en cantidad y en volumen, hasta que pronto estuvieron en todas las calles de la ciudad. Con el pasar de los años, en cada primavera los antiguos pobladores se fueron convenciendo que el deseado fruto de los pu pla sólo era algo un tanto molesto y nada comestible. Entonces los hasta ahí denominados “árboles de la retirada” comenzaron a llamarse “árboles de los gringos”. Al tiempo se popularizó el nombre de “plátanos” –ahí hay un bache semejante al eslabón perdido en la evolución de los primates-, que después fueron los “putos plátanos”, expresión ésta que se apocopó en los “pu pla”.
Así que sí. Así estamos, jodidos por herencia de los ingleses. Que si en vez de ingleses hubieran sido inglesas otra hubiera sido la historia. Pero no. Cero gringa. Por si fuera poco nos dejaron los pu pla estos, que cada primavera castigan la vista y garganta de la población local.
Visto que nadie sabe qué mierda hacer con estos árboles, habría que considerar algunas opciones. Una puede ser tirarlos todos y vendérselos a Botnia. Otra es mirar para el costado y esperar que los de Ence se los confundan con monte nativo y le saquen filo a la motosierra. Incluso después se les puede cobrar alguna multa y acordar que planten limoneros para hacer caipiriña en las veredas pares y mandarinas para el postre en las impares.
Eso. Hay que hacer leña y plantar otra cosa. Algunas buenas opciones: pino, eucalipto, ombú, palmeras, sauce llorón, anacahuita, caña tacuara (por si vuelven los ingleses) o caña 33 (para matar la sed en verano). Eso se puede decidir con un referéndum o en el presupuesto participativo de la Intendencia. O en las internas coloradas. Por falta de cultura democrática, no va a ser; delo por hecho.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Carta abierta a los mortales

Señoras y señores que aún están de ese lado
Presente

Aunque somos conscientes que este asunto no integra vuestra agenda periodística, nos comunicamos con ustedes ha bien de que consideren nuestra preocupación y los puntos propuestos algunas líneas más abajo.

Visto: Que el aumento poblacional en la Tierra se ha disparado y que el desarrollo científico, a pesar de sus grandes méritos, no está ni cerca de proporcionarles una expectativa de vida similar a la nuestra.

Considerando: Que pronto seremos cada vez más de este lado y que la superpoblación nos está significando problemáticas hasta ahora inexistentes y que bien vale la pena poner en regla para no vernos superados por las circunstancias. Es claro que la previsión siempre viene mucho mejor, como bien todos sabemos, aunque nos cueste un poquito llevarlo a la práctica.

La intergremial internacional de muertos, fenecidos, resucitados por tiempo escaso, fiambres y afines,

Resuelve:

Elevar a vuestra consideración para llegar a un pronto acuerdo una serie de petitorios para hacer más armoniosa la coexistencia en el tiempo y el espacio (en especial en nuestro espacio dentro de un tiempo).

Exigimos:

-Que en nuestro legajo post mórtem solo consten las cosas buenas, de manera que siempre dejemos sobre la Tierra un buen recuerdo, no como le pasó a Ronald Reagan.
-Que dejen en paz la memoria de José Artigas, que el pobre se volvió a exiliar más lejos para no escuchar todo lo que dicen de él.
-Que por respeto a su exitosa carrera se terminen los imitadores de celebridades fallecidas, especialmente de Elvis Presley y Michael Jackson.
-Que al momento de morir se le otorgue al difunto del caso una calidad de vida superior a la que ostentó en la Tierra. Para que se comprenda, es como cuando se jubila un militar, que automáticamente lo suben de categoría gracias a los beneficios que proporciona portar armas y defender el statu quo.
-Que una vez confirmado -luego de un tiempo prudencial- el último hálito de un ser humano se rematen los bienes del mismo y se envíe lo recaudado por transferencia de banca on line a este mundo (preferentemente en euros o yenes, aunque por unos años más se aceptan dólares).
-Que no se hagan más películas que nos presentan negativamente ante la opinión pública mortal, basándose en algunos hechos reales pero aislados de nuestra historia, como insucesos del estilo Blair Witch.
-Que se gire una comisión del cinco por ciento sobre la ganancia de tanta película que se ha hecho a costilla nuestra, y una suma equivalente por la ganancia total que deja Halloween.
-Que nos envien de una buena vez a Margaret Thatcher.

En contrapartida, nosotros nos comprometemos a:

-Mantener el secreto bancario.
-No cobrar ningún tipo de comisión a la emisión de los giros bancarios.
-No enviar más fantasmas.
-No enviar más spam.
-Elaborar un documento power point con musiquita explicándo en qué consiste la vida después de la muerte, que si la hay, pero no tiene nada que ver con lo que ustedes suelen imaginar.

Quedamos a la espera de una pronta respuesta que esperamos sea positiva, así no tenemos que construirnos un buen futuro a guadañazo limpio, cosa que incluso sería negativa para nuestros intereses generales debido a la superpoblación que ocasionaría, pero muy gratificante en la actividad puntual y el momento de la acción.

Sin más, nos despedimos atentamente.

Napoleón Bonaparte, Mijaíl Bakunin, el hombre de Cromagnon, uno del Titanic, Fosforito, el Jinete sin cabeza, Nelson Mandela, Frida Kahlo, el pibe Parabiaguito... (siguen firmas).

martes, 15 de septiembre de 2009

In situ in tutú

Hay una “raza” de individuos difíciles de comprender, entre tantas “razas” raras de difícil comprensión: los que se quedan adentro del auto. Huelga decir que, por supuesto, de este grupo están excluidos los que permanecen dentro de un vehículo por motivos sexuales apareatorios o apareativos, que es más o menos lo mismo.
Hay preguntas de respuestas insondables. Las hay políticas (¿habrá reelección?), económicas (¿cambio los dólares o no?), deportivas (¿el fútbol uruguayo está tocando fondo o todavía falta?), culturales (¿cómo puede durar tanto Tinelli?), históricas (¿quién mató a JFK?), científicas (¿por qué los trajes de astronautas son todos blancos?), carnavaleras (¿hasta cuando habrá revistas?), gastronómicas (¿cómo aún no se han inventado las tortas fritas rellenas de queso?), etcétera (¿queda mejor etcétera o etc?).
Hay muchas preguntas, está claro. Hoy, aquí y ahora, una en particular: ¿Cómo puede ser posible que alguien vaya a la rambla y se quede sentado dentro de un auto estacionado a metros de los bancos de granito? ¿Cómo puede ser posible que alguien vaya a un bar, se pida un chivito con papas fritas, y se quede sentado comiendo dentro del auto, apretando la bandeja contra el volante del vehículo de marras?
He aquí algunas respuestas de quienes incurren en esta desviación conductual. Desviación dicho con sorna, pues imposible que un coche inmóvil se desvíe. Desviación de la persona sentada in situ, in tutú. Algunas respuestas: “noooo, es que así estoy más cómodo”; “noooo, es que acá estoy más tranquilo”, “noooo, es que si salgo igual me encuentro con algún indeseable”, “noooo, es que vuela mucha arena”, “noooo, es que sino me vienen a manguear y me caliento”, “noooo, es que la ventana no baja y si salgo me afanan el auto”, “noooo, es que me gustan los submarinos”, “noooo, es que tengo agorafobia”, “noooo, es que estoy esperando a tu hermana y arrancamos pal telo”, “noooo, es que estoy esperando a tu hermano y arrancamos pal telo”.
Descartando de toda consideración las dos últimas afirmaciones (el escribiente es hijo único), quedan respuestas todas atendibles. Entonces, la conclusión sería: puede que tengan razón. ¿Saben qué? Quédense adentro de sus autos y no rompan las tarlipes. No necesitamos más gente apelotonándose en las mesas de los bares ni en el murito de la rambla. Dicho en sándwich: ¡quédense haciendo migas adentro del auto, quédense!
Igual, de todas maneras, y con el mayor respeto: No deja de ser una pregunta insondable en el sentido literal de la primera acepción, es decir que no se puede hallar su fondo con una sonda. Ahora, con la segunda acepción sí. Calza justo. Que no se puede saber a fondo. Porque de última, algo raro hay, que no digan lo contrario. Algún golpe de chico, alguna secuela del parto, algo latente de una vida anterior, alguna fobia distinta a claustrofobia… Algo. Algas. Igual es fobia a las algas. Tanta fobia que se creen que éstas atraviesan la playa en busca de alérgicos como ellos. ¡Todas respuestas atendibles, ja! Jariola. Están como locos, están. Epestapan copomopo lopocopos, epestapan (dicho en sándwich jeringoso).

viernes, 11 de septiembre de 2009

Pensamientos de una vaca que emprende el viaje

¡Muuuuuuuuuuuu.... bueno el paisaje, pero vamos como sardina en lata! Además está empezando a notarse la falta de aronela* en este camión. Serán chanchas mis colegas. Tanto tiempo esperar el famoso viaje hacia el más allá y ahora están a bostazo limpio. Deben ser los nervios. Desde que nos paramos en cuatro patas nuestros mayores siempre dicen que un día todas emprendemos el viaje final hacia el más allá. Y entonces la eterna pregunta sin respuesta: ¿Hay vida después del camión?
Para unos es obvio que sí. La vida no puede ser solo estar ahí pastando. La vida no puede ser solo esto que ha transcurrido desde que tengo memoria. Merezco otra oportunidad para hacerlo mejor esta vez. Hay toros que se pasan toda la vida tirando de un carro mientras otros viven como reyes hasta que los llevan a una plaza redonda o algo así donde la gente va a mirarlos desfilar y tirarle flores comestibles. Sería injusto que después del viaje de camión no haya nada. Una chance más.
Lo cierto es que se comentan muchas cosas. Yo soy de las vacas que cree que después del viaje viene lo mejor. Un lugar sin humanos. Una penillanura bien verde con cañadas de agua cristalina, lluvias de vez en cuando, un harén de toros para cada una y temperatura primaveral constante, más televisión cable con 400 canales. Ojalá el campito tenga vista al mar y un techito por si hay mucho sol. Y sonido ambiente, donde suene constantemente la canción preferida por el reino vacuno: A desalambrar.
Otros piensan que después del viaje en camión la vida continúa en un lugar lejano al que llaman India. Dicen que ahí nos tratan como reinas. Acá habría humanos, parece. Es rara la idea, ya que dicen que ahí se da vuelta la tortilla. Todos vivimos apretados de a millones en unos tambos tan tan grandes que es difícil imaginarse. Según cuentan la gente se aparta para dejarnos pasar a nosotras las vacas. Podés ir por donde se te ocurra y nadie te pega con un palo. Ni tampoco hay alambrados que te impiden pasar a donde tengas gana. O sea que no existen esos alambrados que inventaron acá los malditos bípedos de ubres de adorno, que los electrifican para mortificarnos.
Pero también están los incrédulos de siempre, los ateos, que dicen cosas que no pueden demostrar. Según estos el camión es el comienzo del viaje final que cuanto menos dure mejor. Creen que nos matan a palazo limpio para hacer sacrificios a algunos dioses de la religión politeísta de los humanos, que se llamarían: Asado, Milanesa, Churrasco, Mondongo, Chuleta, Chinchulín Manrique, Fiambres Varios y otros que ahora no me acuerdo.
Incluso hay quien dice haber escuchado a los hombres comentar que nos llevan a hacer cruza obligada con chanchos para que luego demos vida a una raza superior llamada chorizo y que conserva, más o menos, la mitad de cada uno de sus ascendientes. Aunque también existirían otras razas no tan evolucionadas que se hacen al cruzarnos con otros animales como los caballos y los gatos. Pero son bolazos. No creo que un chancho o un gato puedan entretener a una vaca como yo... aunque pensándolo bien, con un caballo igual me animo. En fin, pero es una locura esto de las razas superiores.
Lo que sí está bastante claro, es que el viaje en camión no tiene marcha atrás, aunque el camión sí. Cuenta la leyenda que un vez un novillo se quiso escapar y en un descuido se les fue por la punta a los bípedos. Lo estuvieron correteando hasta que lo convencieron, luego de mucho hablarle, de que debía seguir el camino de su destino. Es como siempre decimos: en la vida hay dos destinos, y ninguno depende de nosotras. Además no hay que pensar mucho. Si nos ponemos a filosofar en demasía quedamos piruchas y ahí nos viene el famoso mal de la vaca loca, que no es otra cosa que recalentamiento de sesera por cuestionarse de dónde venimos, hacia donde vamos y cual es el sentido de la vida.
¿Qué es aquello? ¡Una luz! ¡Una gran luz! ¿Es el final del viaje? ¡No empujen! A ver... No. Nada que ver. ¡No empujen, locas! ¡Calmensé! ¿No ven que no es la famosa luz blanca al final del camino? ¡Chicatas! No se apuren por ser corned beef. Aguanten ché, son solo las luces del estadio.

*Aronela: marca de desodorizante de ambiente, utilizada como genérico debido a una publicidad bien hecha.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Adiós mundo cruel

Queridos hijos:

Disculpen la letra. Sepan que no es que de chico no haya utilizado cuadernos doble raya para tener una linda caligrafía, pero el whisky está haciendo estragos en mi pulso.
Vayamos cronológicamente. Con los primeros zarandeos del barco en que regresaba de Buenos Aires las decenas de coparticipantes del viaje vivaron con óles la situación. O sea, que les pareció divertido al principio. Pero cuando el agua continuó meciendo no tan gratamente la cáscara de nuez en que estábamos yendo de una ribera platense a la otra, más o menos a mitad del trayecto, los pasajeros comenzaron a sentir preocupación, palabra que suena seria, pero más bien sería que empezábamos a cagarnos hasta las patas. Así que en seguida llegaron los chistes negros, procedidos de las solicitudes de que no se repitan, las anécdotas de hundimientos célebres -con predilección por los rioplatenses y el inigualable Titanic-, y tras esto rezos varios y vómitos también, con un destaque de los que involucraban mantecol.
Habrán transcurrido unos 15 minutos de vaivenes sobre el río marrón. Ya había bastante nerviosismo a bordo cuando se escuchó el sonido inconfudible de los altoparlantes de la nave. Crrrrrrrrrrrjj. Ccrrj. Cjrrrrjrc.

-Hola. Buenas noches a todos los pasajeros. Les habla el Capitán Miranda, responsable de este catamarán circa 1937. Antes que nada, muchas gracias en nombre de la compañía por depositar vuestra confianza en nosotros. Lamento confirmarles que como bien habrán notado la nave se mueve más que de costumbre. Tómenlo como un buen síntoma de que la madre naturaleza es sabia y a pesar de nuestras malas acciones sus ciclos se siguen cumpliendo inexorablemente. ¡Con ustedes, a mitad del río en esta fría noche: el temporal de Santa Rosa versión 2009! Un poco más movidito que de costumbre, seamos honestos.
Para ser breves, procuren tener cerca un salvavidas. Debería haber uno bajo su asiento, pero si no es mucha molestia, confírmenlo. De no ser así, les pedimos que los que tienen nociones de crol se lo cedan a otra persona que no. De ser necesario les pedimos que obren de la misma forma los que saben nadar perrito. Les informo que permaneceremos a mitad de río en observación de si el temporal amaina o se acrecenta tal cual estaba previsto. Recuerden que en caso de hundimiento deben descalzarse y no pueden llevar consigo objetos personales. A los que minutos atrás hicieron compras en el free shop del barco lamentamos decirles que el mismo acaba de cerrar, así que no hay devolución de dinero.
Según las estimaciones de Meteorología hay Santa Rosa para rato, así que relájense y piensen en sus seres queridos que los están esperando. Cuando tengamos novedades les informaremos. Muchas gracias por elegirnos.

Cuando el capitán terminó de hablar se disparó la histeria y un par de chistes de las torres gemelas, ya no de naufragios. La gente se abrazaba y besaba. La señora del asiento contiguo me agarró de la mano. Entonces se me ocurrió escribir esto que están leyendo ahora, queridos gurises. Por si lo peor ocurre, creo que es justo que les dedique mis últimas palabras y pensamientos, sangre de mi sangre, y dejarles un saludito póstumo con esta carta que encontrarán flotando en una botella. Pero claro, para esto primero tengo que vaciar la botella de whisky y no hay tiempo para procurar hielo. El tiempo es oro, niños, sépanlo. El hielo es una pérdida de lo anterior.
¡Los quierooo! ¿Quién dijo salú? ¡Salú!!!
Dice la señora que está al lado que por favor deje de hacer papelones que estamos yendo hacia el puerto a atracar. Parece que el temporal amainó. También dice que ella se encargará de hacerles llegar esta carta a ustedes, queridos hijos, el domingo, cuando vengan a comer ravioles a casa.
Si no cuento el cuento, cuiden a supercan. Saludos a todos los que me conocen. Los dejo, que la vecina me está apurando. No encuentro la botella vacía, así que les dejaré la carta con esta amable señora. Dice que nos tenemos que bajar y que otra vez va a tener que pagar un taxi por mi culpa, como en el casamiento de la tía Gabriela. ¿Quién dijo salú?. ¡Lojjj quiero mujcho!
Saludos,
Papá.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Se armó la horda

Montevideo (EFE)- Una horda de manifestantes se hizo presente en la tarde de ayer ante las oficinas de la Asociación de Productores de Helados (APH) para protestar por la falta de sabores frutales. Más de un millar de personas participaron de la marcha, que terminó con cánticos soeces, vidrios rotos y enfrentamientos con la policía.
La marcha fue convocada por la recientemente creada Coordinadora Pro Helados de Fruta (CPHF). El paso de los concurrentes iba precedido por una pancarta que decía: “No hay sabor que dure cien años, ni pueblo que lo resista: Helados Frutales YA”.
Detrás de la pancarta, centenares de individuos de distintas edades participaban de la protesta, a los que hay que sumarles unos doscientos miembros del ala radical de la CPHF.
Los manifestantes especificaron que la protesta no estaba dirigida a las heladerías, que sí disponen de sabores frutales, sino “a los guampudos de la industria heladera, que vienen produciendo los mismos sabores desde la época del viejo Batlle”, en palabras de Juan Zito, uno de los integrantes de la Coordinadora.
“Es injusto que las barras de litro sean casi todas de los mismos tres gustos y que lo mismo ocurra con los palitos. Queremos helados de todas las frutas, no solo de frutilla y que siempre estén a disposición en los comercios. Bien que cuando haya excedente nos van a tapar con helado de arándano y nos lo van a meter por todos los agujeros”, sostuvo una joven que respondió al llamado de la CPHF.
Según explicó uno de los convocantes a la marcha: “estamos recontrapodridos de los helados triples de crema, chocolate y frutilla, queremos sabores frutales. Está comprobado científicamente que los frutales producen una sensación 48 veces más placentera que una barrita de chocolate pedorro”.
Consultado en la previa un representante de la APH informó que el porcentaje de helados con sabor frutal que se vende no alcanza al 5 por ciento.
Una encuesta elaborada por Equipos Trufi a pedido de la Coordinadora, arrojó que solo el 3,1416 por ciento de los interrogados está satisfecho con la variedad de helados que hay en el mercado. Ante la pregunta de qué sabores le gustaría disponer, lo interesante fue comprobar que no había unos pocos gustos preferidos, sino que la gama era muy extensa. He aquí algunas respuestas del sabor deseado: durazno, mandarina, mburucuyá, butiá, melón, sandía, banana, uva, mango, pitanga, boniato dulce, zapallo, higo, tomate, coco, macachín, cebolla dulce, poronga, papa hervida y rosca de chicharrones.
Felicia Martínez, una simpática anciana de 93 años encontró una singular forma de transmitir su mensaje. Sobre su torso desnudo, casi sin tetas, había escrito con un marcador rojo: “¿para cuándo el palito de banana split?”. En diálogo con el cronista Felicia explicó que lleva años enviando cartas a los directivos de la APH solicitando que saquen al mercado la variedad que reclama. Exaltada por el vino en caja que venía tomando, Felicia manifestó: ¡Estos hijos de mil puta están esperando que me muera para sacar la barrita de banana split!
Hasta entonces la marcha venía transcurriendo apaciblemente, pero ante el intento de la policía por tapar el torso de Felicia, ésta reaccionó de manera violenta, cosa que hizo que los pitufos la redujeran por la fuerza. Fue entonces que individuos radicales de la CPHF se enfrentaron a los uniformados color camiseta alternativa de Argentina y la situación degeneró en una batalla campal, que se resolvió con decenas de militantes detenidos, algunos de ellos heridos, al igual que un par de agentes del orden.
Paso seguido, los manifestantes comenzaron a atacar las oficinas de la APH, destruyendo tanto los vidrios de la puerta de entrada como el mobiliario del lugar. La represión no se hizo esperar.
La tarde continuó con la horda atacando las heladerías céntricas, donde al grito de “muerte a los clásicos”, los radicales y varios más prorrumpían violentamente rompiendo vidrios, derramando los helados de sabores tradicionales y repartiendo entre los transeúntes los gustos frutales.
Al caer el sol los manifestantes ya estaban dispersados, volviendo a sus casas a pie, detenidos con la cabeza magullada o empachados del helado frutal garroneado. Como imagen final, en el frente de la sede de la APH, entre vidrios y baldosas rotas, una frase escrita en la pared: “el helado de crema no existe, aguante el boniato zanahoria” Y un mensaje: “Volveremos”.