jueves, 26 de marzo de 2009

¡Aguanten, ché!

Es jodido volver al ritmo frenético de la ciudad. Una locura. Una verdadera locura si uno lo piensa bien. Se terminó la joda. Las ocho horas, si es que no toca trabajar más de lo previsto.

El ómnibus por la mañana. Esas caras. Esas viejas. Esas caras viejas. Las blancas palomitas. Los niños vándalos revoltosos con sus mochilas y su falta de modales que mirá si antes cuando éramos gurises íbamos a sentarnos nosotros en lugar de dejarle el asiento a los mayores. Luego las estampitas. Las medias tres por cincuenta. Algún pseudo hippie desafinando. Las estampitas. Los candes a 10 la bolsita y cuando te comés el primero te das cuenta que está viejo y asumís que te cagaron con los caramelos rosados. Los celulares que no paran de superarse con sus músicas y ringtones. Somoz sinco ermanos i no kiero tenher ce salir a rovar ací ke grasiaz por sua yuda. Esas caras. Esas caras viejas. Encima después llegar al trabajo. Semidormido. Ver cómo el que sale de la cocina se lleva siempre lo último que queda de café y uno como un gil pone una cafetera de la cual no va a tomar nada porque cuando vuelva a los diez minutos ya se evaporó su contenido y nadie te dice mirá tomá un poco del mío. Y los compañeros de trabajo hinchando otra vez con lo que dieron anoche en la tele. Que el baño del caño, la casa de gran hermano, don francisco, el toto, la tota, gorzy, sonsol, kessman, pepe, danilo, marcos, obdulio, susana, el indio trolo, si fue órsei o no, si lo echan de la casa o no, si se refregó bien el caño por las partes. Comer en un taper los fideos recalentados y recalentarse comiendo los fideos recalentados en un taper para no perder el tiempo en conseguir un plato y lavar un plato y buscar un tenedor y lavar un tenedor. Seguir con el estómago lleno, apurado porque salga el trabajo en hora. De a ratos acordarse de ese trámite que hay que hacer un día en la hora del almuerzo salteándose el almuerzo. Que iba a ir ayer. Que iba a ir hoy. Que si me dan las bolas voy mañana. Pasar el resto de la tarde. Soportar al jefe o al compañero: al llenahuevos en su máxima expresión que nos tocó en suerte. Porque siempre hay uno a pocos metros. Siempre. Viene en la letra chica. Al igual que la posibilidad de unos minutos extras a beneficio de la empresa. Todo viene en la letra chica. O debería. O no, porque ya se sabe. Se tiene que suponer. Se da por sobreentendido. El ómnibus. La cafetera vacía. La temática. El taper. El trámite. La retirada. El ómnibus. La cafetera vacía. La temática. El microondas. El trámite. La retirada.  

Pero lo peor es que esto recién empieza. Que enero y febrero se fueron volando y nos dejaron este marzo tan inoportuno como todos los marzos. Recién arranca el año. Palo y palo. Encima año electoral. Mamita querida lo que nos espera. Pero siempre hay una luz. Una esperanza. Así que a mirar la mitad del vaso lleno. ¡Aguanten ché, que falta poco! Unas semanitas y estamos en Turismo. Santo Turismo. Las termas. El termo. Mientras tanto nada de apurarse, que no por mucho madrugar amanece más temprano.   

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