-Tengo algo que decirle.
-Y yo a usted.
-Usted primero entonces.
-No. Faltaba más.
-De Pluna ni me hable.
-No era el tema convocante, pero si quiere lo atacamos. En
una de esas, quién le dice, faltaba más, más y más guita. Llegado el caso ya
sabemos quién tiene que cubrir el faltante. Pero por ahora eso es una
incógnita.
-Como la que le quiero plantear. Una incógnita irresuelta
por quien le habla. Una incógnita sin novedades a la vista ni moros en la
costa.
-Ni gato con quinta pata incluida.
-Ni cuerpo que lo resista.
-Vayamos al grano.
-Vayamos, entonces. Usted dirá.
-No. Usted primero.
-Primero las damas.
-Después el ludo.
-Veo que nos entendemos.
-Lo que yo quería decirle y perdón que me adelante, son dos
cosas del Estadio. Dos crímenes contra la naturaleza humana que tuve que
soportar días atrás en ocasión de la despedida del equipo olímpico del Maestro
Tabárez.
-Se lo tenía guardado, porque eso fue hace unos días.
-Hay cosas que cuesta sacar: como el frío que hizo esa tarde
en el Centenario, como el Cinco de Oro acumulado.
-Como moneda de un peso de arriba del mostrador del
supermercado cuando la fila del cajero está larga e impaciente.
-Como moneda de dos pesos adosada al pavimento de 18 de
Julio.
-Como el olor a humo en la ropa de un asado hecho adentro de
un búnker.
-Como la pelota a Messi cuando anda inspirado.
-Como las ganas de comer tortas fritas cuando llueve.
-Como le venía diciendo -ahora que me hace acordar- tengo
dos cosas para plantearle. Una es que adentro del estadio vendían tortas fritas
a 25 pesos.
-Sin comentarios. Al paredón en el acto y sin derecho a abogado.
Ni siquiera a una llamada de despedida a la familia. Con confiscación de bienes
por ganancia mal habida.
-Lo otro era el temita de las viejas cornetas de plástico barato
que de un tiempo a esta parte se les ha dado por inspiración sudafricana en
llamar vuvuzelas.
-¿Había?
-Había.
-¿Muchas?
-Dos. Pero una estaba a un metro y la tenía un niño.
-¡Madre mía! ¡Qué horror!
-Ahí me convencí que Pedro tiene razón: hay que bajar la
edad de imputabilidad.
-En ese tipo de casos, puede ser.
-Le puedo asegurar que es algo insufrible, una experiencia
casi imposible de transmitir. Es como a veces dicen de la droga: para hablar con
propiedad hay que haberla probado, haber pasado por eso, haberlo sufrido.
-Como perder 500 pesos en la mosqueta.
-Como un pelotazo en las partes.
-Como haber sacado un pasaje por Pluna.
-Como el 8 contra 11 siendo de Nacional.
-Como le había dicho en un principio, yo también tengo algo
que contarle.
-Cuente entonces.
-Ahí está el tema.
-¿En dónde?
-En el contar. Porque resulta que el otro día me desayuné
que los gurises en la escuela ya no usan ábaco. Con lo lindo que eran los
ábacos con todas esas fichitas de colores y ese vaivén de un lado al otro de la
maderita gracias a esos alambres arqueados. ¡Caput los ábacos!
-Capaz que las ceibalitas tienen algo parecido.
-Parecido no es lo mismo.
-Eso no admite dudas, pero hay que acostumbrarse. Es la
tecnología que se viene, el avance de la ciencia, la confirmación del bosón de
Higgs, el triunfo de la regla de tres y las ecuaciones pluscuamperfectas. A mí
me preocupa mucho más el temor a que en nuestro país proliferen las vuvuzelas.
-Totalmente de acuerdo. Mal yo.
-No pasa naranja.
-No, pasa.
-No pasa.
-¿No?
-No.
No hay comentarios:
Publicar un comentario