sábado, 13 de noviembre de 2010

Bicentenario

Algo está mal. No hay que ser historiador ni matemático para saber que Uruguay festejó el Centenario en 1930. Casualmente para la ocasión se construyó un conocido estadio con ese mismo nombre y que albergó el primer Mundial de Fútbol. Y un libro muy lindo. Y monedas conmemorativas. Y más cosas incluso.
O sea que si las cuentas no fallan el bicentenario debería caer en el aún lejano año 2030. Pero tá. Culo veo, culo quiero. Es lo que tiene dejarse llevar por la corriente. Como otros festejan bicentenarios allá vamos nosotros. A nuestra manera, claro. Atadito con alambre. Medio al tún tún. A la que te criaste.
Para empezar arrancamos un poco tarde. Eso sí, ya tenemos nuestra Comisión del Bicentenario del Uruguay creada de apuro por el Parlamento. Faltaba más. Bueno, en realidad no faltaba tanto, porque dicha comisión tiene como objetivo organizar actividades conmemorativas en el período 2010-2015.
Considerando la fecha capaz que se podría haber empezado antes, porque lo que se dice un tsunami, un terremoto o incluso una llamada telefónica puede ser que te tome un poco de sorpresa, pero el bicentenario de la patria como que cierto tiempo antes se sabe cuando cae. Se lo ve venir. Pero tá.
Como nos agarró así de sopetón, entre resaca mundialista y debate del Presupuesto Nacional, la idea es empezar en el 2011, que será el año de celebración del bicentenario del proceso de nuestra emancipación. Tomá pa' vos y tu tía Gregoria Pérez. Y entonces ahí fiestonga hasta el 2015 y después habrá que meter el freno de mano, visto que todavía no éramos tan tan independientes.
Es importante resaltar que las celebraciones contemplarán diversas actividades. Por ejemplo proyectos artísticos y culturales ( en una de esas a Emil Montgomery y Agarrate Catalina les pinta un currito), concursos y premios nacionales (algo con las ceibalitas sale de cajón) y también competencias deportivas (la Liguilla del Bicentenario no es mala idea). Aunque tampoco deberíamos olvidarnos de batir algún récord Guinness (como humilde sugerencia podríamos hacer el pericón más grande del mundo con todos los niños de Sexto Año en una fiesta colectiva de fin de cursos).
Al culminar el año '15 nos tomamos un descansito y volvemos con las pilas recargadas en el quinquenio 2025-2030. En ese lustro le damos de punta y hacha de cara al Mundial del 2030, que celebraremos con nuestros hermanos argentinos, teniendo clara la máxima "juntos pero no revueltos", pues como bien dijo el filósofo: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Lo importante es que este bicentenario sea algo bien nuestro, como el carnaval. Con estilo propio. Con la marca en el orillo. Porque seguramente nuestro bicentenario no será ni el primero, ni el mejor, ni el más divertido, ni el más recordado, pero sí será el más largo por lo menos y con eso nos anotamos un porotito. Ni hablar si le metemos desfile de Llamadas por la Interbalnearia como cierre oficial. Ahí queda pipí cucú.
Después habrá que ir pensando qué hacer para el tricentenario. Considerando que para el centenario celebramos la independencia uruguaya y en el bicentenario empezamos con la revolución de la independencia del Río de la Plata (2010-2015), capaz que para el tricentenario podemos englobar la emancipación de todo el subcontinente, desde que comenzamos a darnos con los gallegos hasta que se independizó la última de las guayanas. Aunque para eso hay tiempo. Si no nos dormimos. Pero tá.

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