lunes, 10 de enero de 2011

Las medias viudas

Cuando uno piensa en el asunto de las medias viudas –así se las conoce-, la gran interrogante no se origina en su desaparición sino en el hecho de que nunca vuelvan a aparecer. Cada vez que uno nota la ausencia de una media es algo definitivo.
Es inútil buscar dicha prenda debajo de la cama, en el fondo del lavarropas, en un rincón de la azotea propia o en el patio del vecino. Nunca está. He ahí el misterio.
De todas las posibilidades manejadas hasta el momento el Síndrome del Titiritero parece ser la más acertada, aunque todavía no se ha logrado una comprobación empírica definitiva. Este síndrome, definido en 1975 por el psicoanalista francés Jules Ruis, es una variante de cleptomanía, una suerte de especialización o maestría en apoderarse de medias ajenas y acopiarlas en algún cajón perdido.
Una creencia similar que se consideró hace algunas décadas es que exista un millonario excéntrico –o un grupo de ellos- que coleccione medias logradas de manera impropia. En un momento se sospechó de Bruno Díaz, pero luego se comprobó que su doble vida no tenía nada que ver con medias viudas.
También se manejó que sea una actividad masónica o de alguna secta, con fines desconocidos. Por no decir que las malas lenguas insisten en que se trata de una estrategia de los grandes fabricantes de calcetines para aumentar sus ventas. Según esta opinión, los fabricantes pagan por cada media que recuperan una décima parte de su valor de mercado.
Otra suposición fue esgrimida públicamente por el periodista brasileño Ronaldinho Garoto quien hizo suya la teoría del cementerio de medias. Según él, cuando una media se siente disminuida física o anímicamente, desaparece y va a morir a un cementerio de medias que existiría en un lugar del mundo. Él lo imaginó en el medio del Amazonas. El explorador inglés Robert Scott creía que estaba en el Polo Sur y fue por esto que pereció por la zona buscando el mencionado camposanto. Ronaldinho Garoto murió devorado por las pirañas en 1997, lo que hizo más intrigante su idea.
Existe también una tesis que habla de desaparición vocacional, según la cual las medias desaparecerían en ejercicio de su libre albedrío persiguiendo su veta artística. Serían medias que desean vivir como títeres.
Si bien en reiteradas ocasiones se intentó contactar la producción del programa chileno 31 minutos, conocido por la aparición de medias, no se pudo lograr ninguna respuesta. Se llamaron inexplicablemente a silencio, lo que para algunos es muy sospechoso.
Pero hasta aquí todo son teorías. Lo más concreto es que en 1964 el Senado de Estados Unidos creó una comisión investigadora que no arrojó resultados. De hecho enturbió más el asunto, pues algunos miembros denunciaron presiones telefónicas anónimas e incluso uno de ellos murió sospechosamente atropellado por una vaca en la India, cuando seguía una pista referida a un magnate asiático de la producción de medias con mano de obra infantil esclava.
Este caso volvió a salir al tapete recientemente cuando WikiLeaks hizo público un documento de la diplomacia estadounidense. En el mismo el embajador yanqui en Nueva Delhi comunicaba que a pesar de insistir durante años nada se había podido avanzar. Además dejaba constancia que esto se debía a la nula colaboración recibida del gobierno local. En dicho documento el embajador sugiere atacar Irán por si tiene algo que ver con el asunto.
Por su parte en 2001 un equipo de la Universidad de Düsseldorf, en Alemania, intentó aclarar el misterio de las medias viudas de forma simple. Instaló chips a un centenar de medias para seguir el rastro de la que se perdiera, pero lamentablemente –casualidad o no- durante los cuatro años de vida útil que tenían los chips no se perdió ninguna.
Llegados a este punto, lo que sí parecería estar claro es que la desaparición de las medias no guarda ninguna relación con otras, como la de los gatos cada vez que hay un circo en las proximidades o la del cambio chico cuando sale un álbum nuevo. Por ahora, el misterio persiste.

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