La estación otoñal está con nosotros, una vez más, como
todos los años. Los primeros fríos caladores. Las primeras lluvias abominables.
Algo de sol. Pero más que nada antigripales, medias gruesas, vestirse como
cebolla y bolsa de agua caliente en el pecho. Todo una porquería. Pero a pesar
de lo malo, también puede ser momento de oportunidades. Tiempo para
resguardarse y retomar alguna de las cuentas pendientes de siempre hay. Por
eso, he aquí algunas sugerencias de actividades -la mayoría bajo techo- que
pueden ser atacadas precisamente ahora que los primeros fríos llegaron a romper
la armonía.
Aprender a jugar al
truco. Si todavía no sabe competir en esta disciplina lúdica del ser
oriental, aproveche el frío y aprenda el mejor juego de naipes que existe sobre
la faz de la Tierra. Lo agradecerá hasta el momento de irse al cajón, de
estirar la pata, de pasar para el otro lado. Eso sí: No mire las señas del
otro. Eso una de las cosas más indignas que puede hacer un ser humano. Lamentablemente,
hay casos.
Terminar de armar el
Cubo Mágico. No es bueno dejar cosas pendientes en la vida. Si en años no
pasó de armar dos caras del famoso invento del húngaro Erno Rubik, este puede
ser su momento. Dedíquele un tiempo, meta huevo, busque y lea una página de
internet que explica cómo hacerlo y tache una de sus cuentas pendientes. Para
ir a Machu Picchu o aprender inglés todavía hay tiempo.
Renovar el piyama.
Más allá que un piyama en mal estado no es causal de divorcio, renovar la
prenda de dormir cada un lustro no es tan mala costumbre. Cuesta adaptarse y
cuesta plata, pero no se es más hombre por usar un piyama agujereado ya sabemos
dónde.
Comprar una tele
nueva. Cosa que le gusta más al ser humano que comer flan con dulce de
leche es adquirir una tele nueva cuanto más grande mejor. En particular ahora
que hay cierto poder adquisitivo, televisores de diversas características y
Juegos Olímpicos a la vista, con selección celeste incluida, lo que no es nada
común. Así que si quiere y puede, sobre gustos no hay nada escrito, dele nomás,
que a la vuelta de la esquina siempre hay una mala cosecha asechando.
Estrenar paraguas grande. Anímese. Aunque por la
calle lo miren como lo miren no deje pasar esta oportunidad de cambiarse a la
cofradía de los que usan paraguas grande. No se arrepentirá. Ventajas del mismo:
no se pierde tan a menudo, es reconocible (o sea que no se lo afanan con tanta
facilidad) y tiene prioridad en la vereda casi como si se trasladara en silla
de ruedas. Como punto negativo empezará a notar que a veces las veredas son más
angostas de lo que parece y que hay muchas columnas y árboles que no guardan la
debida distancia a la pared. Consejo: no le de bola a las miradas envidiosas,
pero tampoco se agrande por tener un paraguas de proporciones.
Irse a la B. Por
último y alejándonos bastante de la línea inicial de propuestas bajo techo,
considerando que hace poco estrenó paraguas, lo cual lo envalentonó más de lo
debido, atenti: Si usted es hincha de algún cuadro de la B o la C –actual B
amateur- no deje de ir a la cancha de sus amores. Hay varias instituciones en
la cuerda floja existencial, por lo cual nunca se sabe si el futuro les
deparará un próximo campeonato. Así que mejor ir a verlo en vida y si es de
local mucho mejor. Nada de después andar penando con cargo de conciencia de por
vida. Tenga presente que le sucedió a equipos que tuvieron su buena época -como
Huracán Buceo y Villa Española- y a otros que no pero ta, como Escuelita de
Manga, Sportivo Italiano, Deportivo Colonia o el recordado Central Palestino
del Chuy.
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