jueves, 10 de mayo de 2012

Cosas para hacer este otoño


La estación otoñal está con nosotros, una vez más, como todos los años. Los primeros fríos caladores. Las primeras lluvias abominables. Algo de sol. Pero más que nada antigripales, medias gruesas, vestirse como cebolla y bolsa de agua caliente en el pecho. Todo una porquería. Pero a pesar de lo malo, también puede ser momento de oportunidades. Tiempo para resguardarse y retomar alguna de las cuentas pendientes de siempre hay. Por eso, he aquí algunas sugerencias de actividades -la mayoría bajo techo- que pueden ser atacadas precisamente ahora que los primeros fríos llegaron a romper la armonía.

Aprender a jugar al truco. Si todavía no sabe competir en esta disciplina lúdica del ser oriental, aproveche el frío y aprenda el mejor juego de naipes que existe sobre la faz de la Tierra. Lo agradecerá hasta el momento de irse al cajón, de estirar la pata, de pasar para el otro lado. Eso sí: No mire las señas del otro. Eso una de las cosas más indignas que puede hacer un ser humano. Lamentablemente, hay casos.

Terminar de armar el Cubo Mágico. No es bueno dejar cosas pendientes en la vida. Si en años no pasó de armar dos caras del famoso invento del húngaro Erno Rubik, este puede ser su momento. Dedíquele un tiempo, meta huevo, busque y lea una página de internet que explica cómo hacerlo y tache una de sus cuentas pendientes. Para ir a Machu Picchu o aprender inglés todavía hay tiempo.

Renovar el piyama. Más allá que un piyama en mal estado no es causal de divorcio, renovar la prenda de dormir cada un lustro no es tan mala costumbre. Cuesta adaptarse y cuesta plata, pero no se es más hombre por usar un piyama agujereado ya sabemos dónde.  

Comprar una tele nueva. Cosa que le gusta más al ser humano que comer flan con dulce de leche es adquirir una tele nueva cuanto más grande mejor. En particular ahora que hay cierto poder adquisitivo, televisores de diversas características y Juegos Olímpicos a la vista, con selección celeste incluida, lo que no es nada común. Así que si quiere y puede, sobre gustos no hay nada escrito, dele nomás, que a la vuelta de la esquina siempre hay una mala cosecha asechando.

Estrenar paraguas grande. Anímese. Aunque por la calle lo miren como lo miren no deje pasar esta oportunidad de cambiarse a la cofradía de los que usan paraguas grande. No se arrepentirá. Ventajas del mismo: no se pierde tan a menudo, es reconocible (o sea que no se lo afanan con tanta facilidad) y tiene prioridad en la vereda casi como si se trasladara en silla de ruedas. Como punto negativo empezará a notar que a veces las veredas son más angostas de lo que parece y que hay muchas columnas y árboles que no guardan la debida distancia a la pared. Consejo: no le de bola a las miradas envidiosas, pero tampoco se agrande por tener un paraguas de proporciones.

Irse a la B. Por último y alejándonos bastante de la línea inicial de propuestas bajo techo, considerando que hace poco estrenó paraguas, lo cual lo envalentonó más de lo debido, atenti: Si usted es hincha de algún cuadro de la B o la C –actual B amateur- no deje de ir a la cancha de sus amores. Hay varias instituciones en la cuerda floja existencial, por lo cual nunca se sabe si el futuro les deparará un próximo campeonato. Así que mejor ir a verlo en vida y si es de local mucho mejor. Nada de después andar penando con cargo de conciencia de por vida. Tenga presente que le sucedió a equipos que tuvieron su buena época -como Huracán Buceo y Villa Española- y a otros que no pero ta, como Escuelita de Manga, Sportivo Italiano, Deportivo Colonia o el recordado Central Palestino del Chuy.

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