martes, 25 de septiembre de 2012

Un vacío en el pecho


-¿Le pasa algo, amigo?
-¿Cómo se dio cuenta?
-Si con esa cara no le pasa nada, el parto debe haber sido traumático.
-Siento un vacío en el pecho.
-¿De marcapasos o de medalla olímpica?
-De carne.
-Explíquese.
-Siento que tengo en el pecho un pedazo de vacío de casi dos kilos de peso. 1.870 gramos según la etiqueta adhesiva.
-¿Y eso?
-Se llama lapicera. Sirve para sacar apuntes en el liceo, poner multas en la calle, sumar los gastos del mes, tachar algo mal escrito, firmar autógrafos, jugar a los ceritos y más cosas. Depende a lo que uno se dedique.
-Ya sé que eso es una lapicera. Le preguntaba por el vacío de carne.
-Gentileza del supermercado del barrio, aunque ellos no se enteraron del buen gesto que tuvieron conmigo.
-Se lo afanó entre las ropas aprovechando la abundancia de ellas en invierno.
-Muy astuto.
-Muy chorrito.
-Sí. Pero sea como sea no aguanto más el frío que me está metiendo el bife este en el cuerpo.
-Sáqueselo de encima que ya está a varias cuadras del lugar de los hechos. Nadie lo va a venir a buscar tan lejos.
-Nunca se sabe.
-Tiene razón. Mire lo que le pasó a Trotsky en su momento.
-O a Somoza sin ir más lejos.
-O al prócer Artigas.
-A ese lo fueron a buscar y no quiso venir.
-Distinto el caso del Nando Morena, que lo fueron a buscar y se vino.
-¿Y a Ansina?
-No consta en actas.
-Cebadores hay muchos, prócer uno solo.
-Cebador estratega, querrá decir.
-Como querer no quiero, pero si le hace feliz le doy el gusto.
-El gusto no sé, pero un pedazo de vacío podría ser.
-Hecho.
-Crudo igual me sirve, no quiero causarle molestias.
-Bueno, se lo doy crudo entonces.
-Se agradece el gesto.
-¿Tiene cuchillo, cuchilla, navaja, tijera, trincheta, viento gélido en la Escollera Sarandí o algún otro objeto cortante?
-Acá, no. Tengo en casa.
-¿Viento gélido de la Escollera?
-Eso no, pero todo lo otro sí. O sea que tiene para elegir a conciencia o utilizando el método de la monedita al aire.
-Si no tiene acá lo que podemos hacer es lo siguiente. Usted se compra un vinito de VCP para arriba, yo pelo unas papas, las meto al horno con la carne en cuestión, abro un paquete de maní pelado y lo espero a eso de las nueve.
-Buen plan. Me gusta la idea.
-Tráigase también papel y lápiz así hacemos unas partidas de tutti frutti.
-Pensé que le gustaba más jugar a los ceritos.
-¡Tiene razón! Lindo juego el de los ceritos.
-Pensar que hay giles que gastan tinta jugando al tatetí. Ellos se lo pierden.
-Si existe un juego al pedo ese es el tatetí.
-Usted lo ha dicho.
-Al pedo como esperar un peso de vuelto en el taxi.
-Al pedo como corbata en el ropero del presidente Mujica.
-Al pedo como whisky nacional en la casa del Cuqui.
-Al pedo como el Estadio de Alternativa Charrúa.
-Al pedo se lo corta con un vaso de leche.
-Corrijo. A la acidez.
-Usted lo ha dicho.
-¿A qué hora dijo?
-A eso de las nueve si le parece bien.
-Me parece.
-Me alegro.
-Me despido.
-Me marcho.
-Me paso por ahí a esa hora, entonces.
-No se olvide del vino. Sin la contraseña correcta no se abre la puerta.
-Usted juegue conmigo.
-Quedamos así, quedamos.
-¿Cómo?
-Así.
-Ahhh… sí.

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