domingo, 11 de julio de 2010

Algo que duela *

Raparse a cero. Ir caminando de Montevideo a Bella Unión. Bañarse en pelotas en la fuente del Obelisco. Dejar de ingerir bebidas alcohólicas por un lustro. Hacerse vegetariano de por vida. Tatuarse la escarapela nacional en el medio de la frente. Saltar en paracaídas con la camiseta de Argentina. Dejar de usar celular. Abrir una cuenta de facebook, otra de twitter y postear todos los días en ambas. Donar el aguinaldo a la AUF. Leer todos los libros de Mercedes Vigil. Leer todos los libros de Karl Marx. Ir hasta La Hora de los Deportes y arrodillarse delante de Gorzy. Hacerse numerario del Opus Dei. Comprar la Rifa de Arquitectura todos los años. Empezar la dieta. Aprender de memoria todas las formaciones titulares del mundial de Sudáfrica. Depilarse de pies a cabeza. Cruzar la bahía de Montevideo nadando perrito. Renunciar al trabajo y emprender un viaje de meditación a la India. Cambiarse de sexo. Aprender a escribir con la otra mano. Hacer la cama todos los días. Ir a La Pasiva e ingerir 24 panchos con mostaza en menos de 5 minutos. Gastar 500 pesos en boletos para las sillitas voladoras del Parque Rodó y ponerse a dar vueltas hasta que se terminen (no se suspende por chivo). Asesinar algún presidente o estrella de música pop latina. Aprender chino mandarín. Alimentarse toda una semana solo con galletas de arroz y agua. Empezar a entrenar para correr un maratón. Conectarse a Internet y mirar durante 48 horas seguidas grabaciones de Don Francisco. Dejarse la barba de por vida. Quemar todas las pertenencias propias. Quemar todas las pertenencias de otra persona. Empezar a fumar hasta alcanzar el promedio de dos cajillas diarias. Convertirse al judaísmo. Ir a la Antártida y tirarse al agua con un calzoncillo con la bandera uruguaya pintada. Salir disfrazado de mamavieja en las próximas Llamadas. Pintarse el cuerpo de celeste y caminar todo 18 de Julio desnudo un viernes de tarde. Ingerir las propias heces. Desayunar polenta hasta fin de año. Mirar Telenoche 4 entero todos los días. Alquilar un disfraz de Hombre Araña y así vestido interrumpir una sesión parlamentaria. Lucir uñas pintadas -cada una de un color distinto- durante 3 meses. Poner todos los días el despertador a las 7 de la mañana de ahora hasta el partido inaugural de Brasil 2014. Intentar superar la carrera televisiva del Colorado de Omar Gutiérrez. Mandarse un clavado en las cataratas del Iguazú. Empezar a coleccionar sellos. Ir de rodillas hasta el Cerro Catedral. Dejar de escribir boludeces. Teñirse el pelo de celeste. Tener un hijo y bautizarlo Jabulani. Entrar a un velorio haciendo sonar una vuvuzela.
Algo hay que poner de nuestra parte, está claro. Aunque seamos público. No es: "ustedes corran que nosotros festejamos". Así no es. Algún precio hay que pagar por la copa si realmente la deseamos. Prometer algo que duela bien puede ser la moneda de cambio.
Si la gloriosa celeste vence en la final del domingo y somos campeones del mundo, todos tenemos que aportar nuestro sacrificado granito de arena. Que así sea.

(*) Es lunes y confianza es lo que sobra. Todavía no se sabe si le ganamos a Holanda. O sea que aún podemos ser campeones, a diferencia de otros. Pido perdón si la situación lo amerita -entiéndase si nos fue mal con los tulipanes- pero esta página debía estar escrita antes del martes. Si los de camiseta anaranjada nos dejaron afuera, querido lector, tome este pequeño texto como un recuerdo nostálgico del sueño que abrazábamos días atrás, cuando para envidia de casi todo el planeta éramos uno de los cuatro países que podían ser campeones del mundo.

2 comentarios:

  1. que cerca estuve de tener que comprar el LCD!!

    Promesas que uno hace al comienzo de estos eventos

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