sábado, 6 de febrero de 2010

El extraño caso del mediotanque de Alvarito

El pobre Alvarito intentó recuperarlo. Preguntó a los vecinos, pero nadie vio ni escuchó nada. Ninguna huella, ningún ruido en la silenciosa madrugada. Ni siquiera pudo obtener pistas mediante el tradicional método de pegar en los comercios de la zona una foto donde se lo ve sonriente junto a su mediotanque mientras prepara unas achuras a las brasas con el vaso de tinto apoyado contra el muro más próximo. Nada.
El asunto es muy sencillo. El tipo subió a su azotea, como tantas veces en este verano, para aprovechar el solcito. Tras poner una reposera en posición frontal al astro rey se sentó a regodearse hojeando una revista porno que le llega por suscripción semanal. Estaba allí rodeado de la hojarasca típica del tiempo y el lugar cuando de reojo creyó percibir que algo faltaba. Giró lentamente cabeza, rostro, ojos y mirada hacia el nornoreste y vio que el mediotanque no estaba en su sitio. Sintió que se le caía el alma al suelo, pero no era el alma -que todavía está por verse-, era la revista.
Sin poder dar crédito a sus ojos se paró y caminó hasta el lugar donde estaba ausente el susodicho mediotanque. Faltaba. No estaba. Nada por aquí, nada por allá. Disapíer. Incrédulo recorrió toda la azotea sin encontrar el más mínimo rastro de su paradero.
Fue un golpe duro. Era cierto que el mediotanque presentaba signos notorios de desgaste y oxidación, pero aún no estaba para jubilarse. Su hasta entonces propietario comenzó a recordar buenos momentos compartidos: unos chorizos caseros de chancho y ñandú, algún provolone, ricas achuras, vino tinto, el fueguito, ahumarle la ropa a la vecina, quemar botellas de plástico.
El asunto es qué diantres pasó con el mediotanque. Las posibilidades se dividen en dos: se fue o se lo llevaron. En ambos casos las hipótesis son múltiples y aquí repasamos algunas.
En la variante de que se haya ido por sus medios hay varias opciones. Se puede deber a maltrato doméstico (últimamente su tutor solo hacía muy de vez en cuando unas hamburguesas de mala muerte), por intéres de superación personal (tenía una carnicería en la esquina y no aguantó la tentación*), por amor (se fue buscando su mediotanque complementario) o por suicida (se cansó de su vida monótona y decidió poner fin a la misma yendo hasta la rambla y tirándose en las rocas más próximas**).
En caso de que se lo hallan llevado lo más probable es que haya sido robado por vecino envidioso, vecino molesto o pastabasero del barrio. Se descarta al carnicero porque a él le sirve que haya muchos mediotanques en su zona de influencia. También podría deberse a un ajuste de cuenta entre mafias vinculadas al contrabando***. Aunque tampoco hay que descartar que la desaparición sea obra del tal Alvarito, quien en una de esas lo entregó en adopción, lo vendió, lo escondió para pedir rescate****, o para dar motivo a esta crónica.
Por último hay que considerar que la falta de rastros puede deberse a que con el calor reinante los marcianos andan medio mareados y en vez de abducir seres humanos se confundieron y abducieron un mediotanque. Eso explicaría otros casos similares, como el par de macetas y el felpudo que se llevaron de casa, o unas medias que quedaron viudas hace algún tiempo sin ninguna respuesta lógica de parte de la ciencia.
En cualquier caso, sea quien sea el responsable, que lo devuelva que se lo extraña. Si fueron los marcianos, se agradecería también las dos medias que faltan. El felpudo no es necesario. El nuevo es mucho más lindo. Dice Welcome.

(*) El carnicero en cuestión afirma no haber visto pasar ningún mediotanque en los días posteriores al hecho.
(**) Prefectura Nacional afirma no haber rescatado ningún mediotanque en los días posteriores al hecho.
(***) En este caso le erraron como Ruben Sosa al arco de España.
(****) Lo debería pagar él, está claro, pero su mente es tan perversa...

2 comentarios:

  1. flotaciones@blogspot.com7 de febrero de 2010, 13:49

    Excelente historia, narrada con magistral pluma y mejor al elegir el felpudo nuevo.

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  2. ¡Un comentario! What emotion! Moltes merces, amic!

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