domingo, 12 de diciembre de 2010

El nuevo Éxodo Oriental

Vamos a organizarnos. Relajo pero con orden, tal cual suele decirse de vez en cuando. Desde hace algunos días sabemos cómo empieza esta historia. Igual que las últimas veces, enfrentando a los bolivianos en el Estadio. Así que vamos a organizarnos para lo que vendrá después.
Hay algo que tiene que estar claro desde el principio, sobre todo para los que van a vestir la gloriosa casaca celeste. Bajo ningún concepto nos puede pasar lo de Argentina '78, que faltamos a la cita mundialista del vecino país luego de haber sido eliminados en un grupo que era una papita. Sí. Nos dejaron afuera Bolivia y Venezuela. Pero ni siquiera los de ahora, que son cuadros bastante más presentables. ¡No! ¡Los de 1978! ¡Suerte que uno no tiene memoria de aquel instante de vergüenza futbolística nacional! Con Dinamarca y lo que vino después es más que suficiente.
Pero volviendo al presente, entonces, los jugadores tienen que saber desde el primer match eliminatorio que no podemos faltar a Brasil 2014. Lo exige la historia. La camiseta. El cuarto puesto. Pero sobre todo lo exigen las ganas locas de ir de fiesta al vecino país en un momento histórico (para el fútbol) donde correrán ríos de caipiriña.
Así que descontando que clasificamos sobrados varias fechas antes -no en vano somos la cuarta potencia del fútbol actual-, no está mal que organicemos un poco la cuestión. Seamos previsores al menos por una vez. Es preferible no dejar todo para último momento y que después esto sea una desbandada, un atropello fronterizo al mejor estilo malón indígena cinematográfico.
Porque si bien ahora alguno puede hacerse el coso y decir que no, está claro que cuando nos llegue la fiebre mundialista nadie va a querer quedarse de este lado del Chuy. Así que orden. Quien es capaz de comprar un televisor LCD al influjo de publicidades espantosas, seguro que como mínimo va a EGA de rodillas en búsqueda de un pasaje con entrada incluida al primer partido.
Si ya en el Mundial de Sudáfrica varios organismos públicos alegaron diversas razones para poder pegar el faltazo correspondiente y que cada empleado observara los partidos de Uruguay cómodamente instalado en su hogar, ¿qué podemos esperar de Brasil 2014?
Porque no es cosa de que arranquemos todos a la voz de aura. Eso es imposible. ¿Quién le va a dar de comer a los peces? ¿Quién va a regar las plantas? ¿Quién se va a encargar de que diariamente funcionen los servicios esenciales? ¿Quién va a juntar la basura? ¿Quién va a jugarle a las tres cifras? ¿Quién va a ir a gastar a los shopping?
Está claro también que no nos vamos a ir todo el mes que dure el torneo, porque para eso hay que tener un considerable poder de ahorro, ser bien hippie valicero o disponer de mucha plusvalía a favor. Pero una semanita, una escapada de tres o cuatro días a la ciudad que nos toque, un bus de alquiler ida y vuelta con entrada a un partido y cachorro quenchi incluido no nos lo quita nadie.
También es bueno definir qué avivadas no corren. Venta de rifa, nones. Más multas de tránsito, no vale. Ni tampoco que los de Arquitectura digan que justo ese año quieren ir a Brasil a ver las obras de Niemeyer, que no van nunca.
Cada uno con su chanchita y listo. Nada de manguear al prójimo, que de eso, entre el Estado y las empresas que hacen publicidad difrazada de beneficiencia con plata ajena ya tenemos suficiente.
Otro punto. La licencia en julio de 2014. ¿A quién le corresponde? ¿Al empleado más veterano? ¿Al que va más a la cancha? ¿Al que siempre se clava trabajando en verano? ¿Al que siempre organiza el Amigo Invisible? ¿Al más genuflexo? ¿A quién?
Son todos temas que debemos ir tratando como sociedad. Vayan estos sencillos renglones como puntapié inicial de un tema fundacional en nuestra historia como nación: el próximo éxodo oriental.

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