Una tecla
La diéresis, por poner un caso bastante cercano.
Siempre se dice que los problemas hay que hablarlos, que
poner en palabras las situaciones que nos complican es comenzar a
solucionarlas, que si se comparte la malaria puede aparecer una vacuna, que mi
abuelita tenía un biombo y no se lo prestaba a nadie.
La semana pasada un humilde servidor tuvo que andar con
vueltas por incapacidad de escribir el gentilicio de los habitantes del país
centroamericano ubicado entre Honduras y Costa Rica, cuya capital es algo así
como una cachimba*. La cuestión es que todavía reina cierta ignorancia referida
al teclado de la computadora, por lo tanto ni idea de dónde están la diéresis y
algún otro símbolo gráfico que cada tanto se precisa, como la o chiquita y
elevada que se usa para abreviar primero de mayo o la c con virgulilla que se
usa para no poner barca cuando se pretende que suene barza en referencia al
conocido equipo catalán.
Digamos que por suerte diéresis no es como esdrújula que
para ser un buen ejemplo es esdrújula, es decir que lleva tilde en la
antepenúltima sílaba, que dicho sea de paso ambas palabras son esdrújulas, cómo
árboles, Bélgica y tábano, pongámosle.
Multitud de dos
Días atrás la policía informó que tiene casi cercado a un
enfermito conocido como “el corrector del patito faltante”. Extraoficialmente
se sospecha que podría tratarse de un
individuo que cobró notoriedad pública (otra esdrújula) por su aparición
en una serie de comerciales televisivos de una empresa estatal. Su delito:
grafitear a troche y moche colocando un número 2 delante de cada teléfono que
todavía insiste con ser de siete dígitos. Su pena: no haber terminado la tarea.
Una sugerencia: presentar un proyecto a Fondos Concursables o Presupuesto Participativo
para que esta tarea cívica sea legal y remunerada.
Cuatro es bastante
Mensaje emitido por un altoparlante en el barrio porteño de
la Boca: “Atención Señor Falcioni. Atención Señor Falcioni. Presentarse en
recepción. La Conmebol quiere otorgarle una medalla al mérito en reconocimiento
a su perseverancia infructuosa”.
Diez son demasiados
“Acá no. Acá no. Acá
no. Acá tampoco. ¿Acá tampoco? Mierda. Acá no. Acá no. ¿Acá? No. Tampoco.
Mierda. Acá no. Acá no. Acá no. Acá tampoco. ¿Acá? Acá. Y eso que ya había
buscado. En fin. Más vale tarde que nunca.”
Anónimo
“El que busca,
encuentra.”
E.G.L.
Si algo tiene el invierno son bolsillos. Muchos. Más de lo
necesario. Más de los que cualquier mortal precisa para guardar cosas y luego
buscarlas.
A medida que las prendas aumentan, las capas de ropa se
superponen y los bolsillos se reproducen innecesariamente. Un ejemplo concreto.
Cuatro bolsillos grandes y uno diminuto en el pantalón vaquero, más dos en el
cangurito, más tres en la campera. Total: diez bolsillos. Situación: sube el
inspector y empieza a pedir los boletos. Resultado: Se complica un partido
fácil a una hora temprana.
Equis
¿Dinero erogado por todos debido al sueño de tener una
aerolínea de bandera nacional? Equis. O equis al cuadrado. O vaya a saberse
después de tantos años. Y seguramente todavía falta poner más. Caramba, carambita, carambirulá. Ufa. Ufita.
¿Bqb?
(*) ¿Qué pasa en una
cachimba? Sale agua. Mana agua. Managua.
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