viernes, 20 de noviembre de 2009

Cling

-Hola. Me voy a presentar. Como todos ustedes podrán ver soy un poroto. ¿Se anota no? Paso a contarles cuál es mi problema. No me quejo de ser poroto, está todo bien, pero la verdad lo que más me gusta es ser punto en el truco. Eso es mucho más vida que estar esperando formar parte de un guiso. Cuando voy a algún partido siempre conozco alguna chapita doblada que es buena gente, por no decir lo que me divierto viendo como mienten los jugadores. Pero después cuando vuelvo a la bolsa de los porotos tengo que soportar las cargadas de los demás, que dicen que soy un gil, que todos me agarran de punto. Y aunque intento hacerme el que eso no me molesta, lo cierto es que resulta difícil vivir a diario con tanto contrera al lado. Por eso me decidí a venir al grupo, para ver si con la ayuda de otros que tuvieran problemáticas similares podía sobrellevarlo mejor.
-Gracias poroto. ¿Quién más quiere contar su problema? No se hagan rogar. Miren que van a tener que hablar todos.
-Hola. Voy a contar mi caso. Yo soy un buzo de algodón made in India. Mi problema es que a pesar de que cuando tengo que abrigar, abrigo, en sí lo que más felicidad me da en la vida es ser palo de picadito de fútbol. Me encantar estar en contacto con la madre naturaleza y ser palo. Cuando estoy ahí, escuchando que si pasó adentro o afuera, siento que ese es mi lugar en el mundo. Pero me sucede algo similar a lo que acaba de contar el amigo poroto. Después de nochecita regreso al ropero y todos me critican. Me dicen que soy un nabo porque no me hago respetar y dejo que cualquiera me pise o me mueva para achicar o agrandar el arco. Pero los giles son ellos, que están todo el día ahí, dobladitos, esperando que los agarren para dar una vuelta de mierda la puta que los parió.
-Bueno buzito... No te sulfures. Controlate. ¿Quién más quiere hablar?
-Hola. La verdad me hace bien sentir vuestros testimonios, pues veo que no estoy sola en este mundo tan obtuso. Lo que me ocurre es que a pesar de ser una botella de Fanta, mis colegas no entienden que nací para la música. Siempre que puedo me apunto de rasca rasca en cualquier bailongo que se arme. Después al regresar al casillero me tratan de atorranta. Dicen que cualquiera me toquetea o que me meten mano a lo loco. Yo les digo que ser rasca rasca es eso, pero no entienden. Sufro mucho ese destrato. He llorado por tanta incomprensión, pero por más que les hablo y les intento explicar, siempre estamos en la misma. Ojalá un día las demás botellas comprendan lo importante que es la música para mí y me aceptaran tal como soy.
-¿Taponcito? Sólo faltas tú. Vamos... es tu turno.
-Esteeee. A mí me da un poco de cosa. Veo que todos tenemos problemas parecidos, pero lo que a mí me gusta no se si es tan copado como lo que ustedes vienen contando. El punto es que alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Como verán soy un tapón de lapicera. Un simple y humilde tapón de lapicera, con la diferencia de que a mí lo que más me satisface es sacar cera de los oídos. Por eso me llevo bastante mal con los cotonetes, que son una reverenda cagada. Pregúntenle a cualquier otorrinolaringólogo. Además me gusta que me chupen y que perciban ese gustito salado, o que hagan pelotitas de cera a manera de amansalocos, que juegen con ellas y después se las coman, con el saborcito que le da el sudor de la mano.
-Tanto detalle no es necesario.
-El punto es que también sufro el rechazo de mis semejantes. Cuando vuelvo al portalápices debo soportar las miradas inquisidoras de la gilada y algún que otro comentario. Yo no me como ninguna. Pero aunque no quiera, todo eso me influye y me pone de muy mal humor. Ya me agarré a trompadas con varias lapiceras y con un faber castell trucho. Pero no hay con qué darle, cuesta convivir con el rechazo ajeno, aún en el error.
-¡Cling!
-¿Qué fue eso: clink caja o el ring del reloj?
-Clink y ring. Dejen el sobre con los honorarios. Pórtense bien. Nos vemos la semana próxima.

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