sábado, 14 de noviembre de 2009

Muere el inventor de la banana con dulce de leche

Atanasio De Souza pudo haber amasado una fortuna, pero su bonhomía fue un freno en tal sentido. Inventor de la tradicional banana con dulce de leche, De Souza nunca quiso explotar comercialmente su creación, al punto que rechazó una oferta de una empresa multinacional que en la década de 1960 quiso comprarle la idea y patentarla para explotarla a nivel industrial. Según repiten los artiguenses, la oferta habría sido de 4.000.000 de dólares.
En la madrugada del jueves último pasado la muerte sorprendió a De Souza mientras éste pernoctaba plácidamente en la cama de toda la vida, en su Artigas natal. Según su viuda, Eulogia Fontana, "él se acostó como siempre, mamadito, y el señor se lo llevó sin que él se diera cuenta".
De Souza falleció a los 83 años, luego de haber trabajado toda su vida como carpintero autónomo y llevado una existencia sin mayores sobresaltos. Nunca se alejó más de 200 ó 300 kilómetros de su lugar de nacimiento. No se destacó en los estudios ni en la canchita de fútbol del barrio. No ocupó ningún cargo importante ni se sacó la lotería. Sin embargo, a escasos días de su deceso la Intendencia ya recibió un pedido para darle su nombre a una calle de la localidad. ¿Cuál fue el mérito realizado para que esto ocurriera? Simplemente mezclar sus raíces. De padre brasileño y madre uruguaya, Atanasio se aficionó de niño a comer juntos dos productos típicos que siempre hubo en su casa: bananas provenientes del vecino país norteño y dulce de leche oriental.
"Él siempre dijo que no se acordaba bien de cuándo comió banana con dulce de leche por primera vez. Decía que desde que tenía memoria, y que aunque a sus padres les parecía una chanchada nunca se lo prohibieron", cuenta la viuda Fontana. De hecho esa extraña mezcla solía ser su merienda en los recreos de la escuela, donde lentamente comenzó a gustarle a otros niños y a partir de ellos a sus familias y a la ciudad toda, para luego alcanzar el país entero.
Mercedes, su hija menor, recuerda entre lágrimas "cuando el viejo agarraba una banana, le metía tres o cuatro cucharas soperas de dulce de leche casero hecho por mamá y me la daba de postre. Era un manjar. Su creación fue tan exitosa que la gente venía a felicitarlo y pedirle consejos. Tenía una cantidad de ahijados y dicen las malas lenguas que más de una mujerzuela del barrio le arrastraba el ala".
De hecho Atanasio se hizo fama de mujeriego gracias a su invento culinario. Juan Pedreira es vecino desde siempre. Creció viendo a De Souza recorriendo el barrio. "El viejo era terrible. Su frase de cabecera era: "todo bicho que camina va a parar al asador" y la seguía al pie de la letra. De hecho creo que yo soy hijo de él. Aunque mamá no termina de reconocerlo, siempre me dijeron que tenía las mismas orejas que el viejo y que más de una vez lo vieron entrar al rancho por la ventana".
La vida de De Souza fue simple: alguna que otra canita tirada al aire según dicen las malas lenguas, un postre inventado que le trajo un poco de suerte y el rechazó a una tentadora oferta que le hubiera abierto las puertas hacia una gran fortuna. Pero él no quiso vender su idea.
Años después del gran éxito que significó su original invento, De Souza intentó idear otros postres atractivos, pero sin el menor resultado positivo. Entre las variantes propuestas entonces se destacaron la rapadura con sandía, la mermelada de naranja con ticholo, y el mango con ketchup. Tan solo sus dos últimas creaciones culinarias han ido ganando adeptos entre la gente de buen paladar: el martincho (ricota con mermelada de higo) y los panqueques colorados (rellenos de dulce de leche y frutilla picada).
Finalmente, el pasado jueves la muerte le llegó al artiguense Atanasio De Souza. Sus restos fueron enterrados en el cementerio local en la tarde de ayer, donde permanecerán acompañados por una placa recordatoria que reza: "¡Qué cheese cake ni qué ocho cuartos! ¡Qué isla flotante ni qué gelatina dietética! ¡Vida eterna a la banana con dulce de leche y al viejo Atanasio!".

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