viernes, 24 de septiembre de 2010

Análisis

El frasquito cuesta doce pesos, que no los vale, pero es lo que te cobran en la farmacia de la esquina. Encima uno se va pensando si el efectivo en monedas que acaba de abonar constará ante la DGI o va al bolsillo del farmacéutico en cuestión sin más trámite, por lo cual se retira del comercio con la sensación de que le timaron dos pesos.
Dicen que lo que se paga es que está esterilizado, porque básicamente es un frasquito de morondanga en una bolsita de nailon. Esterilizado significa, en este caso, que nada extraño puede mezclarse con el líquido excrementicio proveniente de los riñones, así que el propietario del mismo y de su contenido debe hacerse responsable de lo que marque el análisis en cuestión, excepto el típico caso de cuando uno es deportista y el resultado detecta cualquier sustancia drogona tipo maruja o merca, donde la costumbre indica que hay que hacerse el gil a la máxima potencia salvo contadas pero valientes excepciones, felicitaciones a ellos.
Para el tamaño que tiene, el recipiente plástico cuesta lo que un táper de la mejor calidad, lo que da ganas de pedir su devolución después de tener el resultado del examen. Si bien no es lo suficientemente grande como para llevar un almuerzo al laburo, su dimensión es ideal para guardar alguna mayonesa con morrón picado, por ejemplo, el chimichurri para el asado o unas castañas de cajú para picar de vez en cuando menos dan ganas de meterlo en el microondas para ver si aguanta la toma.
Aunque hay que reconocer que si bien no deja de ser un frasco de tantos, tiene su porte, es simpático y lindo cual vasito barato de copetín. Hecho que a uno lo inspira y le genera incertidumbre, ganas de dejarse de cuentos y probar la dichosa orinoterapia, para ver si eso funca algo o es chamullo de la más baja calaña.
En una de esas capaz que de puro prejuicioso uno está dejando pasar la oportunidad de beneficiarse de una novedosa cura, la puerta de acceso al óptimo estado de bienestar, pues si se piensa bien el asunto, si tiene el color del whisky tan malo no puede ser. Al menos está claro que no te mata y como dicen algunos lo que no mata te fortalece, o sea que si en lugar de madrugar para ir al consultorio a entregar el frasquito, me quedo en casa y desayuno pichí en una de esas salgo ganando y me ahorro la plata de dos boletos o de uno de dos horas si la cosa es rápida. Por no decir que también podría ahorrar los doce pesos del frasquito que se deben abonar en la farmacia de la esquina, ganar en salud, e incluso ahorrar algo de agua, por lo menos un vasito a la mañana, otro de tarde y otro antes de acostarse, cuando no una jarra de cerveza de medio litro, según como venga funcionando la cosa y las ganas que haiga.
Así que tá. Mejor desactivo el despertador, me dejo de ayuno y cosas raras y arranco mañana mismo con la ingesta de agüita amarilla, en este vasito tan lindo, que lo que no te mata te fortalece y que si las cosas pasan por algo será, sino que lo diga el ghanés aquel que reventó al pelota contra el palo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario