sábado, 11 de septiembre de 2010

El problemita de las alarmas

Varios lectores se comunicaron con este prestigioso medio mediante cartas manuscritas a mano para manifestar su molestia respecto a las alarmas de automóviles que suenan durante horas sin que aparezca el o la propietario o propietaria del vehículo sonante. Todas las misivas -de distinta extensión y tenor verbal, en especial esto último- reflexionan sobre una misma interrogante: ¿Cómo hay que actuar ante tal situación?
Para no dejar sin respuesta a nuestros amables lectores, consultamos expertos en la materia y catedráticos varios de índole diversa. Luego de esta ardua tarea logramos reunir y elaborar cierta información que pasamos a puntualizar, esperando que la misma sirva para evacuar la interrogante principal.

1- Lo primero a tener claro es que se trata de un caso clarísimo de contaminación sonora. El vecino tiene todo el derecho del mundo a denunciar el desagradable suceso a las autoridades competentes. Si éstas no acuden en su defensa -o sea si el vecino queda en situación vulnerable ante una molesta afrenta de fin indefinido- el mismo se transforma en legítimo poseedor del derecho a represalia.

2- Está más que demostrado que nadie le da pelota a la alarma de un auto cuando suena. O sea, que si usted tiene auto ni se gaste en prenderla y si la prende hágase cargo sin chistar de las consecuencias que esto genere.

3- En caso que usted sea el propietario del auto y decide encender la alarma, no se aleje a una distancia donde no pueda escucharla. Tenga presente que si se activa y empieza a sonar usted nunca se enterará. Esto signica que puede ser objeto de justificadas acciones de parte de los vecinos que sí la escuchan durante un buen rato; y capaz -esto es agravante que no admite contemplaciones- a horas impropias. Además no tiene derecho a discutir el concepto de la expresión "horas impropias" porque ahí solo cuenta la acertada opinión del damnificado.

4- Hemos llegado al punto central del asunto, que es también el más discutible. Hemos llegado, estimado lector, al momento de la represalia. La respuesta al estímulo. La devolución justificada de la molestia causada. El que las hace las paga, coinciden las diversas fuentes consultadas. El punto en discusión es el precio.
Básicamente, según lo investigado, la respuesta debe ser equivalente al daño producido. Esto varía según la psiquis del damnificado, la hora de la contaminación sonora y la duración de la misma. Muy a nuestro pesar hemos intentado hallar una respuesta certera, concreta y precisa, pero resultó imposible.

5- En cuanto al punto anterior, hay quienes sostienen que lo mejor es dejar una nota en el parabrisas del auto en cuestión para que su dueño sepa la gran molestia que causó y tome conciencia de cara al futuro. Hay otros que optan por vaciar una bolsa de basura en el parabrisas delantero. Están los que desinflan una rueda para desinflar su rabia a la par tanto como les sea posible. Incluso los hay más radicales, que opinan que el no permitir dormir de madrugada se paga con un espejo menos o un rayoncito en la puerta del conductor, para que este recuerde periódicamente su error, humano pero error al fin.
Queda claro que llegados al momento de la respuesta-reprimienda-recordatorio, nos metemos en un tema que excede la capacidad de esta página. Hay opiniones diferentes, divergentes, incluso casi opuestas. Nuestro consejo es que antes de actuar piense lo que hace, sea el que pone la alarma o el que la padece, pero especialmente si es el primero.

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