Los recientes
Juegos Panamericanos de Guadalajara nos dejaron una pequeña gran enseñanza.
Basta observar el medallero final para ver que no estamos hechos para grandes
cosas. Obtuvimos 5 medallas –ningún oro- y como que a nadie le importó
demasiado.
A la única que le
prestamos un poco de atención fue a la del deporte rey, más conocido como
balompié y más aún como fútbol. Llegamos al bronce con un cuadro medio
rejuntado e incluso merecimos la de plata porque en semis a los porte les
apedreamos el rancho*, lo que muestra a las claras y a las yemas que si nos
hubiéramos puesto un poco las pilas estábamos peleando el oro.
En otras disciplinas
alcanzamos incluso a disputar finales y a nadie se le movió un pelo. O sea, acá
es fútbol y poca cosa más.
Que quede claro que
no se trata de censurar la práctica de los otros deportes. Nada que ver. Cada
cual que atienda su juego. En eso estamos de acuerdo. Todo suma y si viene
alguna otra presea mejor, pero lo nuestro es el balompié. Que los gringos,
cubanos, brasileños y canadienses se preocupen por el medallero. Nosotros con
el oro en fútbol ya estamos pipones.
Salvo excepciones, el
uruguayo que no es futbolista es futbolista frustrado. El que es empleado,
doctor, diputado o domador de elefantes está ejerciendo su segunda opción (o
pior enclusive). Primero probamos con el balón y si vemos que no se nos da
arrancamos para otra actividad productiva (o presuntamente productiva, como el
arte en general y el Salón Nacional de Artes Visuales en particular).
Debemos tener
aprendido que observar el medallero no nos puede confundir. No nos importa. No
está hecho para un paisito de morondanga. Que se preocupen los otros por
destacarse en disciplinas ignotas como carrera en patines, ping pong o saltar
en bmx.
Acá somos pocos,
nos gusta el principal deporte y no nos va tan mal. Así que sigamos así. ¿A
quién le podemos pasar el trapo por sacar medallas en frontón o por andar en
barquito a vela? Felicitaciones a los compatriotas, pero con eso no asustamos a
nadie.
Yendo a casos
concretos. Ecuador: 7 oros y 24 medallas; pero si uno va al detalle anduvieron
finos en levantamiento de pesas, patinaje, boxeo y rácquetbol. Guatemala, otro
caso: 7 oros y 15 medallas; se destacaron en tiro, bádminton y atletismo de larga
distancia.
Con nuestras
humildes medallas quedamos detrás de Bahamas, Antillas Holandesas e Islas Caimán.
¿Acaso hay que preocuparse por eso? ¿Entristecerse tan siquiera? Nopo. Si los
jamaiquinos quieren especializarse en correr rápido una cuadra es su problema.
Lo mismo los colombianos con el patinaje o los keniatas con las carreras de fondo.
Allá ellos y acá nosotros. Fútbol y tá. Porque lo otro que nos gusta es el
básquetbol, pero como que por ahora no se nos está dando.
Así que concentremos
energías en lo que nos gusta, que casualmente nos va bien y es el principal
deporte, en el que todos quieren andar derecho y no muchos pueden. Miren a los
chilenos, por ejemplo, la desesperación que tienen y todavía no ganaron nada.
Así que tá. Aguante
los deportes menores, pero sabemos cuál es nuestro nicho de mercado para los
próximos panamericanos en Toronto 2015: meterla donde cagan las arañas y que
vayan a llorar al cuartito. Y después cantar, a coro con la hinchada: Duro,
duro, duro, duro, duro, ahora el medallero se lo meten en el piiip… culo.
(*) Opinión
subjetiva de hincha, por supu.
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