sábado, 17 de diciembre de 2011

¡Dulce alegría!


Comienzan a llegar duraznos desde el norte. Las frutillas están entre nosotros hace un tiempito y con precio accesible. En breve arribarán sandías, melones, uvas, ciruelas, ananás*. Mmmmm… Aaaaahhhh…. ¡Las frutas estivales se nos vienen! Esto es vida y lo demás es puro cuento.
Más que vida: ¡vidurria! Vida disipada y hedonista. Vida frutal y veraniega. Uno ya puede imaginarse en alguna casa zona costera, a media tarde luego de almorzar, el jugo de un durazno bien fresco chorreando entre los dedos de las manos. Lo mismo el de un buen trozo de sandía recién sacado de la heladera, incluso su jugo cayendo entre los dedos del pie con el pegote correspondiente y las moscas que consecuentemente vienen a romper el clímax. Pero no pasa naranja (ya que estamos con las frutas); siempre hay una manguera cerca para limpiar las extremidades inferiores y de paso mojar un poco el piso y al comensal que esté más cerca. Hasta puede haber a mano un matamoscas. Gran invento si los hay, que permite ejercitar a nuestras anchas esa mezcla de instinto asesino y sentimiento de superioridad a costa de esos insectos dípteros tocayos del exministro de Economía conocido por sus Rendiciones de Cuentas de un solo artículo.
¡Sííííííííiííí! Llegan las frutas del verano. Ricas como siempre y esperemos a buen precio, no como el tomate que cada tanto se hace el coso. O el queso roquefort, que podría tener una buena zafra de vez en cuando así se lo degusta más seguido. Lo mismo para los franfruter**, ya que estamos, que parecería que fijan su precio según el valor internacional del hierro y no por la carne de caballo.
¡De nuevo síííííííiíí! Se acerca la sandía con todo su sabor, al igual que otras frutas como el melón y se pueden usar: Melón, frutilla, ananá, uva, durazno, pelones, ciruelas y algunas más.
Pero sobre todo, si es por destacar una en representación: la grandiosa sandía. ¡Qué lo tiró a la sandía! Así como la ven, africana como Roger Milla y el desierto del Sahara. Africana como el homo sapiens y la comparsa Serenata. ¡Fruta entre las frutas! ¡Manjar con semillitas ideales para escupirle a quien se ubique del ejido para acá!
¡Ohhh durazno, durazno! No la ciudad sino la fruta (por algo está en minúscula). Noble durazno que cuando estás bien estás bien y cuando estás mal sos una porquería intragable al igual que casi todas las frutas, pero la diferencia es que las otras no afilan tanto al paladar.
Para terminar y no seguir enumerando hasta que se agoten los reglones, cerremos el tema con la suma de todo. El súmmum total. ¡Siíííííiíí! Acertó. ¡La ensalada de fruta! Esa mezcla insuperable. Esa selección ideal. Ese postre sano y fresco con juguito de naranja como líquido contenedor. Postre entre los postres y entre los canapés también postre.
Y si para exquisiteces estamos, atenti: ¡ensalada de fruta con helado después de un buen asado! Si hay algo mejor que eso, que se haga saber para bien de la humanidad toda.

(*) ¿Ananás, ananáes o ananases? ¿El ananá o la ananá? ¿En femenino es la planta y en masculino el fruto?  ¡Qué fácil se complica uno la vida consultando en Internet! Diga que la RAE siempre indica lo que está bien y lo que no y aunque le erre al menos es fuente calificada. Dicho esto, para facilitar la tarea se recuerda al lector que estábamos promediando el primer párrafo.

(**) Franfruter y tá. Vamos a uruguayizar el vocablo de una buena vez, gente.

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