Ahora me desayuno con que chau paquidermos. Parece que ya no
existen más. O mejor dicho: existir existen, pero lo que no corre más (ni idea
desde cuando) es esa categoría tan simpática que reunía más que nada a tres
grandes bichos; a saber: elefante, rinoceronte e hipopótamo.
Vaya como agregado lo grandioso de la etimología de este
vocablo que seguramente irá quedando en desuso. Porque resulta que “paquidermo”
significa “piel gruesa”. Los tres tenían piel gruesa, ergo son paquidermos. Más
claro, echale agua.
Sin embargo en lugar de avanzar un poco más en esta
clasificación y sumar especies como la mulita, el pan flauta o el kiwi…. No...
Todo lo contrario. Divide y reinarás, decía por ahí alguno. Ahora el elefante
es proboscídeo, el rinoceronte es perisodáctilo y el hipopótamo es artiodáctilo.
Borran del mapa así como así un término que muchos tenemos
incorporado desde la tierna infancia. Nos mueven el sopi sin más. Lo mismo pasó con la extinta Unión Soviética. Uno se
crió pensando que ese mundo era eterno y de golpe y porrazo chim pum fuera
adiós que te vaya bien y donde había un país grandote pasó a haber quince y
manejate.
Algo similar sucedió con Yugoslavia, que se partió como un vaso
tirado desde el punto más elevado de la Torre de Antel y cuando nos dimos
cuenta de un país se hicieron seis (o siete si consideramos por separado a
Kosovo).
Pero regresando al simple cambio de nombres y dejando de
lado la balcanización de los viejos estados, en materia de geografía tenemos el
tema de las dos repúblicas de Congo que se diferencian en que una tiene la
palabra Democrática en el medio.
Hasta hace poco había solo un Congo, ahora hay dos, pero
antes eran dos y antes tres. Según quien los atendiera, estaban el Congo Belga,
el Portugués y el Francés, este último también llamado Congo Brazzaville. Incluso
hubo antes un Reino de Congo y el grupo Kongo Bongo que ahora se llama Congo y si
bien no tiene territorio aporta a la confusión.
Ya que estamos con la geografía, aclarar que Birmania desde
2010 se llama Myanmar. O el caso de los pobres chinos comunistas continentales
que le actualizaron el nombre a su capital -Beijing por Pekín- y para que todo
el mundo lo registrara no les quedó más remedio que entrar en gastos y
organizar las Olimpíadas.
Sin ir tan lejos acá tenemos el caso de Rincón de la Bolsa,
que le quisieron dar un toque más distinguido y tuvieron que cambiar toda la
cartelería por Ciudad del Plata. O instituciones como el CURCC y el INAU, que
también fueron rebautizadas.
Ni que hablar de las calles. Como primer ejemplo está la muy
conocida Propios que hace un buen tiempo la denominaron bulevar José Batlle y
Ordóñez. También está el caso de la actual Salvador Ferrer Serra, (un pedazo de
la) más conocida como Galicia. O la avenida Rivera, que de vez en cuando le
cambian los carteles y se transforma por unos días en Salsipuedes.
Después está todo el capítulo de lo políticamente correcto,
donde no vamos a explayarnos demasiado. No vidente por ciego. Capacidades
diferentes por discapacidad. La estimulación temprana que ahora es experiencia oportuna.
Los presos son personas privadas de libertad. Eterno rival en sustitución de cuadro
puto. Agente del orden por milico. Jorge Traverso por Schubert Pérez. Gorzy por
Gorzyczanski. Etc. por etcétera.
En fin. Se termina la página y no alcanza el espacio para evidenciar la
maldita manía de rebautizar todo. Como Mas, que ahora es Fuyí. O la perrita de
la veterana de mitad de cuadra, que tuvo un pequeño percance con un taxi y
ahora responde al nombre de Manuela.
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