Para que después no se diga que dejamos todo para último
momento o que lo hacemos medio a la que te criaste y como salga. Para que
parezca serio así corremos con chance en la previa. Para no dejar nada librado
al azar ni a solucionar las cosas a los ponchazos. Incluso para hablar de
asuntos importantes que nos incumben a todos, porque la guita la vamos a poner
entre todos aunque no nos demos cuenta.
Definido como está el asunto de que sería una cosa entre
hermanos rioplatenses y que la ceremonia inaugural tendrá como número central
un pericón binacional representado por niños de escuelas de Fray Bentos y
Gualeguaychú rematado con una versión electrónica de la Cumparsita. Considerando
además que sin duda ellos van a hinchar las pelotas con Maradona, Kempes, Evita
e incluso Cristina. Vamos entonces a ocuparnos del asunto de la mascota que no
es menor.
Porque al fin de cuentas no existe (desde 1966) Mundial de Fútbol
sin mascota. Desde entonces se han visto algunos casos muy poco exitosos, como
las fichitas con forma humana de Italia ’90 o el trío coloriche-futurista de
Japón-Corea 2002. Así que pensemos con tiempo y calma para tener una buena
mascota en nuestro próximo Mundial.
Si la FIFA es justa como suele ser (basta citar la elección
de Catar como sede para 2022) nada debería interponerse en el camino de que el
2030 sea el Mundial del Dulce de Leche y el Tango o sea que vamos a necesitar una
mascota como amerita el caso.
En primer lugar habría que decantarse entre ser humano,
animal o vegetal. El primer rubro ni pica. Muy repetido y aburrido. En cuanto a
vegetales hay uno cantado que podría servir: la flor de ceibo, que es flor
nacional en ambos países rioplantenses. (Mmmmm.... Esta idea capaz que se puede
ir registrando por las dudas....). También tenemos en común la soja, pero no
pinta que pueda rendir mucho.
Llegamos de esta forma al reino animal, que es sin duda el
que ofrece más variantes. Es momento entonces de descartar algunas posibles
mascotas que acuden a la mente fácilmente cuando se empieza a pensar en el
tema: el caballo del escudo, el chajá de la medallita, aquella solitaria vaca
cubana, el gato hidráulico, el chancho inflado, el unicornio azul, el perro con
dos colas, la gata flora, el caballo sin jinete, la vaca para traer más
cerveza, la hormiga atómica, la tortuga manuelita, el sapo ruperto, la cebra de
la rambla y Jackson (QEPD)... y el pato celeste-albiceleste, por supuesto.
Continuando y para aportar al tratamiento del tema, acá van tres
humildes posibilidades a cuentas de otras que vendrán más adelante:
-Manuela la perra
tripartita. Una simpática perrita con capacidades diferentes al punto que
mea sin levantar la pata. Sería un homenaje al espíritu democrático, los
discapacitados motrices y los animales. Habría que ver cómo convencemos a los
argentinos para que agarren viaje con esta idea, pero si la trabajamos bien
puede rendir.
-Pepe, el torito
binorma. Un refrito de la mascota de la Copa América ‘95. Tiene como
ventaja que es un viejo conocido y además nos trajo suerte (aunque no a los
argentinos). Para 2030 sería una versión aggiornada bisexual y gayfriendly como se dice por estos
tiempos. Es decir, que pasada determinada hora al torito Pepe todo le viene
bien.
-Dino, el pinguino.
Puede funcionar. El pingüino es un bicho simpático que últimamente ha tenido
buena taquilla. Además si proponemos un pinguino estrábico capaz que los
argentinos agarran viaje. Incluso les puede servir para meter en agenda su
reclamo sobre las Islas Malvinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario