Si la idea es llevarse bien con la gente, lo que se dice
“hacerse querer”, estimado invierno le sugiero que achique un poco, porque
aunque usted todavía esté en las gateras ya se lo percibe en el ambiente. Su vuelta
al paisito es cuestión de horas, así que ándese con cuidado.
Entendámonos. Está claro que cada uno tiene su forma de ser.
Más aún si uno es estación del año, como en su caso. Eso no vamos a estarlo
discutiendo acá y ahora, pero en tren de ser buena gente, de decir las cosas de
frente e intentar poner paz en este berenjenal, hablemos claro.
Perdóneme señor inverno, pero uno no puede venir así como
así y que todo le chupe un huevo. Si hasta hace poco el otoño se estaba
portando como un duque, ahora no tiene por qué venir usted a meterle el peso a
la población y dejar a los pobres grados centígrados por el suelo. Sepa que no
es de buen vecino andar haciéndole eso al prójimo.
Por todo lo antedicho, van a continuación algunos consejos a
manera de pequeña crítica constructiva para limar asperezas que puedan
presentarse en el devenir más próximo, es decir en los tres meses que lo vamos
a tener instalado por estos lares.
Está claro que el invierno es lo que es. Eso incluye frío y
lluvia, pero no hay por qué irse al carajo. Si nos podemos llevar bien, para
qué nos vamos a llevar mal. Así que atenti, mister, porque los últimos días no han
sido una buena carta de presentación.
Para empezar. Ojo con los graditos. Sabemos que usted tiene
que lucirse y responder a su fama de estación helada, pero con hacer sentir el
rigor un poco es más que suficiente. Una pizca de frío de vez en cuando y todos
tan amigos. Nada de locas pasiones. Como mucho alguna escarcha en el campo o
algo de aguanieve para que los informativos centrales tengan material para
rellenar su extenso horario, pero hasta ahí nomás.
Otro asunto importante, señor invierno, es el agua. Está más
que claro que tiene que llover y que usted es una estación que se caracteriza
por ese asunto, pero nada de exabruptos. Agua sí, pero con mesura. Con que
mande la que se precisa para mojar suficientemente la penillanura y llenar las
represas casi estamos. A eso súmele alguna que otra tarde para comer tortas
fritas con un rico mate y listo el pollo.
Relacionado con el punto anterior, no se mande la metida de
pata de otras veces. Todo invierno que quiera permanecer al menos brevemente en
el grato recuerdo de la gente tiene que tener claro que frío no es equivalente
a canilla libre de lluvia. Un poco de agua y algunas tardes oscuras corresponde,
pero sólo lo imprescindible.
Por si no lo sabe, el frío con sol es casi soportable. Dicho
por todas las empresas encuestadoras. Es más. Si quiere ser un invierno piola
lo que se dice piola encaje las jornadas soleadas durante los fines de semana. Ahí
la gratitud del público es mayor. Ni le cuento si tiene la enorme deferencia de
cantar sol los feriados no laborables. Ahí se gana la consideración de las
masas. Hágale caso a un gil.
Ahhh… Otra cosa. Si tiene vinculaciones más allá de lo
climático trate de venir con poca politiquería y alguna medalla olímpica. En
materia gastronómica no se olvide de traer buena fruta de estación, algunos
guisos poderosos, algún buen mondongo y alguna bebida espirituosa de alta
graduación para calentar el cuerpo.
Por último, pensando en aquello de que julio los prepara y
agosto se los lleva, si antes de irse quiere hacerle estirar la pata a algún
hache de pe, déle nomás, que lo que es justo es justo y chau.
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