viernes, 11 de septiembre de 2009

Pensamientos de una vaca que emprende el viaje

¡Muuuuuuuuuuuu.... bueno el paisaje, pero vamos como sardina en lata! Además está empezando a notarse la falta de aronela* en este camión. Serán chanchas mis colegas. Tanto tiempo esperar el famoso viaje hacia el más allá y ahora están a bostazo limpio. Deben ser los nervios. Desde que nos paramos en cuatro patas nuestros mayores siempre dicen que un día todas emprendemos el viaje final hacia el más allá. Y entonces la eterna pregunta sin respuesta: ¿Hay vida después del camión?
Para unos es obvio que sí. La vida no puede ser solo estar ahí pastando. La vida no puede ser solo esto que ha transcurrido desde que tengo memoria. Merezco otra oportunidad para hacerlo mejor esta vez. Hay toros que se pasan toda la vida tirando de un carro mientras otros viven como reyes hasta que los llevan a una plaza redonda o algo así donde la gente va a mirarlos desfilar y tirarle flores comestibles. Sería injusto que después del viaje de camión no haya nada. Una chance más.
Lo cierto es que se comentan muchas cosas. Yo soy de las vacas que cree que después del viaje viene lo mejor. Un lugar sin humanos. Una penillanura bien verde con cañadas de agua cristalina, lluvias de vez en cuando, un harén de toros para cada una y temperatura primaveral constante, más televisión cable con 400 canales. Ojalá el campito tenga vista al mar y un techito por si hay mucho sol. Y sonido ambiente, donde suene constantemente la canción preferida por el reino vacuno: A desalambrar.
Otros piensan que después del viaje en camión la vida continúa en un lugar lejano al que llaman India. Dicen que ahí nos tratan como reinas. Acá habría humanos, parece. Es rara la idea, ya que dicen que ahí se da vuelta la tortilla. Todos vivimos apretados de a millones en unos tambos tan tan grandes que es difícil imaginarse. Según cuentan la gente se aparta para dejarnos pasar a nosotras las vacas. Podés ir por donde se te ocurra y nadie te pega con un palo. Ni tampoco hay alambrados que te impiden pasar a donde tengas gana. O sea que no existen esos alambrados que inventaron acá los malditos bípedos de ubres de adorno, que los electrifican para mortificarnos.
Pero también están los incrédulos de siempre, los ateos, que dicen cosas que no pueden demostrar. Según estos el camión es el comienzo del viaje final que cuanto menos dure mejor. Creen que nos matan a palazo limpio para hacer sacrificios a algunos dioses de la religión politeísta de los humanos, que se llamarían: Asado, Milanesa, Churrasco, Mondongo, Chuleta, Chinchulín Manrique, Fiambres Varios y otros que ahora no me acuerdo.
Incluso hay quien dice haber escuchado a los hombres comentar que nos llevan a hacer cruza obligada con chanchos para que luego demos vida a una raza superior llamada chorizo y que conserva, más o menos, la mitad de cada uno de sus ascendientes. Aunque también existirían otras razas no tan evolucionadas que se hacen al cruzarnos con otros animales como los caballos y los gatos. Pero son bolazos. No creo que un chancho o un gato puedan entretener a una vaca como yo... aunque pensándolo bien, con un caballo igual me animo. En fin, pero es una locura esto de las razas superiores.
Lo que sí está bastante claro, es que el viaje en camión no tiene marcha atrás, aunque el camión sí. Cuenta la leyenda que un vez un novillo se quiso escapar y en un descuido se les fue por la punta a los bípedos. Lo estuvieron correteando hasta que lo convencieron, luego de mucho hablarle, de que debía seguir el camino de su destino. Es como siempre decimos: en la vida hay dos destinos, y ninguno depende de nosotras. Además no hay que pensar mucho. Si nos ponemos a filosofar en demasía quedamos piruchas y ahí nos viene el famoso mal de la vaca loca, que no es otra cosa que recalentamiento de sesera por cuestionarse de dónde venimos, hacia donde vamos y cual es el sentido de la vida.
¿Qué es aquello? ¡Una luz! ¡Una gran luz! ¿Es el final del viaje? ¡No empujen! A ver... No. Nada que ver. ¡No empujen, locas! ¡Calmensé! ¿No ven que no es la famosa luz blanca al final del camino? ¡Chicatas! No se apuren por ser corned beef. Aguanten ché, son solo las luces del estadio.

*Aronela: marca de desodorizante de ambiente, utilizada como genérico debido a una publicidad bien hecha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario