sábado, 2 de enero de 2010

Entrevista al rey Melchor

Previo a comenzar su recorrida por el planeta para dejar los regalos en la madrugada del 6 de enero, mientras sus dos compañeros de tarea no paraban de envolver obsequios, el rey mago Melchor tuvo la amabilidad de ceder algunos minutos de su tiempo para conversar con este medio.

¿De dónde sale la costumbre de “dejar los zapatos”?
¡Uhhhhhh, esa es una historia muy vieja! Resulta que un día le fuimos a llevar regalitos a un niño recién nacido y al papá no le gustó lo que le dejamos. Decía que su hijo no era cualquier niño, sino que venía a salvar el mundo y yo que sé que más. Siempre los padres le dan para adelante a sus hijos así les regalamos mucho, pero no nos engañan tan fácil. Así que ese papá se calentó y nos tiró con sus zapatos. Con los dos. Por suerte los esquivamos, porque eran zapatos de carpintero con punta de lapacho. Al año siguiente la anécdota había circulado y cada vez que llegábamos a una casa nos agarraban a zapatazos para protestar por los regalos que dejábamos. Al final como la costumbre se fue extendiendo transamos en que en lugar de tirarnos los zapatos, los dejaran apoyados en el suelo. Era una señal que simbolizaba una amenaza: “Tratame bien o te cago a zapatazos”.
Pero ese simbolismo hoy se ha perdido.
No crea. Todavía hay gente que usa eso de los zapatazos para señalar enojo o rechazo. Eso sí, como no se hace demasiado la puntería no suele ser la deseada.
¿Reciben muchas cartitas?
Muchísimas. Es un problema. Primero la gente no tiene consideración; ¿dónde se vio pedir un regalo exagerado y después protestar? Por eso a Baltasar se le ocurrió difundir una frase: “a caballo regalado no se le miran los dientes”. En realidad él dijo “camello” en lugar de “caballo”, pero nos parecía que nos delataba mucho. Otra muestra de desconsideración es que todos mandan la carta a último momento y después se quejan de lo que les toca. Pero lo más grave, que la gente desconoce, es que tuvimos que contratar un equipo de calígrafos.
¿Cómo es eso?
Claro, cada vez más algunos vivos mandaban cartas a nombre de otro, como broma o incluso para hacer daño. A veces es muy obvio. Por ejemplo, ¿a quién se lo ocurre que hace unos años Jorge Batlle escribiera más de cien cartas distintas pidiendo un pasaje de ida a destinos como Somalía, el Congo Belga, la Antártida o la Luna? Pero otra vez no nos dimos cuenta y le llevamos un disco de Rada a Jaime Roos.
¿Qué opinan del crecimiento demográfico?
Eso lo hablamos muchas veces con Papá Noel. Él está recaliente, porque es uno solo para todo el laburo. Acá no paran de reproducirse. Encima nos piden regalos cada vez más grandes y costosos. Se piensan que somos magos… y tá, tienen razón, pero ya es un abuso. El gordo Noel planteó hacer paros rotativos, salir un año él y al siguiente nosotros. Lo estamos considerando.
Una medida de fuerza de ese tipo sería algo muy duro para los niños.
¡Duro los turrones! Si las cosas no cambian vamos a tener que tomar medidas de lucha. Y la culpa no va a ser nuestra. Para recibir, hay que dar.
¿A usted le gusta recibir?
No. Ese es Gaspar.
¿Cuál es el regalo que más sale este año?
Un yoyó con lucecitas de colores y música de Violeta, la canción de Alcides.
¿Y lo que más les piden en las cartas?
Zafar de la crisis. Este año todos quieren eso.
¿Qué hacen cuando terminan su trabajo?
Nos separamos. Es un tiempo breve pero muy intenso el que estamos juntos, así que cuando liquidamos la faena alquilamos los camellos a algún jeque árabe, nos despedimos y nos tomamos merecidas vacaciones, cada uno por su lado.
¿A dónde suelen ir?
Prefiero guardar ese dato. El año pasado tuvimos que pagar una fortuna por unas imágenes comprometedoras de Gaspar en el sudeste asiático. Los paparazzi están terribles.

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