domingo, 28 de marzo de 2010

¿Dónde está la pelotita?

He aquí una vez más esta página brindando un servicio de ayuda a la comunidad, algo así como la ahora bastante nombrada responsabilidad social de las empresas pero sin descontar impuestos. Hoy esta humilde carilla se toma la molestia de intentar avivar gilastrunes que en ocasiones pueden ser merecedores de su suerte.
El tema de la ocasión es el famoso juego de la mosqueta, que una vez más vuelve a ser visible en calles y ferias de la ciudad. En particular se lo puede ver en los alrededores de la terminal Tres Cruces, seguramente con el objeto de cazar ingenuos no locatarios que desconocen la treta de que se trata. Uséase que pretenden hacer caer en esta añeja trampa a quienes no la conocen, por lo cual bueno sería que usted lector -si no es su caso- se dirija al quiosco más cercano, compre todas las revistas que pueda y las regale como quien da volantes de casas de masaje en 18 de Julio a todo aquel que le parezca un zopenco de cuidado que pueda ser potencial pez atrapado en la red del hampa callejero.
Para quien no lo tiene claro aún el juego de la mosqueta consiste en un señor con una mesa o tabla sobre la cual mueve tres vasos invertidos y una pelotita. El espectador y potencial apostador debe averiguar luego de unos breves pases del señor antes nombrado, debajo de qué vaso está la pelotita, que dicho sea de paso la mayoría de las veces no está en ninguno de los tres vasos sino apretada entre los dedos del tipo, pues es de goma muy liviana.
Entonces, la cuestión es simple. La idea es seguir visualmente la pelotita y acertar dónde está. Si acierta, gana el importe que había apostado, si mal no recuerdo (o el doble, pero al caso es lo mismo porque nunca gana). Suena bien, pero es una estafa. Estimado lector, siga el siguiente consejo como una verdad irrefutable del tipo Uruguay nunca más va a salir campeón del mundo: aunque vea que otro espectador/apostador gana, usted nunca va a ganar. Probablemente ese ganador sea amigo del señor de los vasitos. Y la mujer que está al lado con una cartera medio rara también, al igual que el gordo que cada tanto le da un manijazo para ver si se anima a apostar y si no lo hace apuesta él y gana, cosa que extrañamente parece no interesarle demasiado, al punto que uno pensaría que no está jugando de verdad. Lo mismo el flaco que mira de pesado que suele estar parado a algunos metros del lugar, como campaneando si viene la cana podría decirse, presto a seguirlo de cerca para pesetearlo si usted desea alejarse cuando lo intentaron endulzar dándole 100 pesos de ganancia para luego sacarle 500.
No sea gil. Cuando vea una escena de este tipo siga de largo y no se detenga. Como mucho dedíquese a observar a los que rodean el juego e intente descubrir quienes están en la joda (la mayoría) y cuáles son las dos o tres potenciales víctimas que completan el cuadro.
Si tiene suerte podrá ver el momento cúlmine: cuando le pelan 1000 pesos a un apostador y alguien avisa que viene la cana, entonces todos rajan y el que perdió una Juana de América se queda absorto pensando que tuvo poco orto pero en realidad demostró ser bastante corto de entendederas, de veras. Y mientras la policía no se acerca porque nunca estuvo cerca, la víctima ocasional de la mosqueta no percibe aún que lo han timado, piensa que la pelotita estaba en el vaso de la izquierda, qué gil, ya tendré revancha algún otro día en que los botones no me corten la inspiración, cosas que pasan, pero la pelota solo está en un vasito para endulzar giles cuando no hay billetes de por medio, no sea papanatas, criatura del diablo, se lo dice un igual, que 500 pesos no es mucho después de todo.

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