jueves, 22 de octubre de 2009

La omnibulogía

La omnibulogía es una nueva ciencia que mediante el uso de una precisa y moderna herramienta metodológica nos permite caracterizar a las personas en función del lugar que eligen para sentarse en un ómnibus. Según esta novel disciplina, la simple acción de ubicarnos dentro de un autobús desnuda nuestras fortalezas y debilidades. A pesar de contar con publicaciones científicas exhaustivas, el pequeño espacio disponible apenas permite una aproximación a la temática y a qué representa cada ubicación dentro de un ómnibus.

Asiento maternal: Si está embarazada o es una persona que viaja con un niño pequeño es un ser institucionalizado al máximo. Si no va con niños es sencillamente una mala persona, nada solidaria y seguramente nunca le da dinero a los músicos ambulantes. Si es una mujer adulta mayor, es un ser rencoroso y negativo.

Asiento de los bobos delantero: Es chusma por naturaleza. Se sienta adelante para enterarse de todo. Típico conservador. No arriesga ir al fondo por inseguridad, pues está lejos de la autoridad (guarda y chofer). Suelen ser personas mayores. En caso de muchachas, son proclives a desarrollar sus ancas más allá de lo deseado.

Asiento de los bobos trasero: Un cero a la izquierda. Estamos hablando de un individuo con poca personalidad, bajo concepto de si mismo y seguramente con algún kilito de más. Debe practicar gimnasia física y mental y así mejorar la confianza.

Asiento alto: Persona con gran autoestima, que gusta ser admirada y no teme el juicio ajeno. Seguramente ha considerado participar en Gran Hermano. Persona joven o de espíritu joven. Tiene futuro, aunque no se la crea demasiado... si pensó en ir a Gran Hermano desconfíe de su criterio.

Asiento doble y deja la ventanilla libre: Mala gente. Peleador. Le gusta desafiar a sus semejantes. Tal vez sea un funcionario medio pelo con alma de policía. Suele lucir sobrepeso producto de los bizcochos de la mañana y utiliza esa posición en el ómnibus para fortalecer su repulsivo carácter.

Asiento doble en ventanilla: Persona normal. Es el grupo más amplio y variado. Con seguridad no va a cambiar el mundo, ni inventar nada. Se conforma con formar una familia tipo y el asado dominical. Que cada uno haga de su culo un pito. Su sistema político ideal es la democracia representativa más facilonga: votar cada cinco años y quejarse por su bolsillo.

Asiento que mira hacia el fondo: Quien lo elige habiendo muchos otros disponibles es un agrandado terrible que pretende mostrarse una persona valiente, que está mucho más allá del bien y el mal. Seguramente pertenezca a algún extremo del espectro político o tenga vinculación con actividades artísticas. Quien se sienta como última posibilidad, y cuando ve otro asiento libre se cambia, desnuda en esa acción que lleva una vida rutinaria, bebe poco y sale menos. Seguramente no lo invitan a muchas fiestas.

Asiento individual: Persona individualista y egocéntrica. Le chupa un huevo todo. Normalmente va escuchando música con auriculares y cuando sube una persona mayor no le cede su lugar, pero tampoco se hace el dormido como otros que están más adelante.

Asiento sorpresa: Persona de baja autoestima, muchas veces desempleada, subempleada o con salario apenas por encima del laudo. Quisiera meter la cabeza debajo de la tierra cual avestruz. Le teme al futuro. En ocasiones disfruta con el mal trago que ocasiona a los demás la expectativa de pensar que ese asiento está libre, pero no. En los únicos casos en que es comprensible eligir este sitio es para hacer algo apartado de las conductas socialmente aceptadas.

Parado por elección: Básicamente hombres y en su gran mayoría jóvenes. Gustan la libertad; sentir el vientito en la cara. El lugar más cotizado es la esquina del fondo con la ventana abierta.
Si es mayor padece del síndrome de Peter Pan: no termina de convencerse que ya no es un pibe aunque le duelan las articulaciones. Está claro que debería ir sentado y dejar de teñirse, especialmente ahora que se hace claritos.

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