jueves, 3 de diciembre de 2009

Que se preparen los vikingos

Algo huele mal en Dinamarca. Están cagaditos. Se la ven venir. Saben que la tercera es la vencida. La primera vez nos agarraron de sorpresa y la segunda se les complicó un poco el primer cuarto de hora, pero de esta no pasan. Ellos lo saben. Por eso están dudando si presentarse al Mundial o no. Tienen claro que si se cruzan con la garra charrúa en esta ocasión marchan al espiedo, que no nos ganan por más endrogados que estén esos vikingos. Hablemos en serio. Ya que no vamos a ganar el título (me lo dijo una gitana, me lo dijo con fervor) mejor es que nos propongamos objetivos más accesibles, tal como suelen sugerir los libros de autoayuda. Objetivos concretos, cortoplacistas y a ir tirando p'alante. Antes que ir sin una meta clara y creíble, mejor mentalicémonos en algo básico y alcanzable. Siguiendo esta línea de razonamiento, el objetivo a perseguir es inconfundible, además de impostergable: hay que vengar la ofensa danesa a como dé lugar. Tenemos que sacarnos la espina. Darles sus merecido. Limpiar la afrenta. Romperles el tuje. Siempre teniendo claro que prácticamente el fin justifica los medios, pero solo en cuanto a este tema específico. En esta cruzada vale casi casi todo. No importa cómo pero tenemos que conseguir enfrentarnos a los rubios esos. Hay que ser conscientes que de acá a que vuelvan a coincidir en una cita mundialista ambos combinados nacionales puede haber un trecho largo y la herida tiene que cicatrizar cuanto antes. Así que hay que conseguir estar en el grupo de los daneses, que dicho sea de paso siguen siendo una monarquía con reyes y todo eso. La dirigencia celeste tiene que buscar por todos los medios asegurarse que cuando vayamos al Mundial de Sudáfrica nos toque en el mismo grupo que Dinamarca. Tal vez ofreciéndole al país anfitrión un puesto en el torneo que organizaremos en 2030, o prometiendo que si nos toca ir al próximo repechaje no nos presentamos, o cambiándole el lugar a otro país al que no le vaya el orgullo del balompié nacional en un simple partido con un cuadrito de vikingos. Por no considerar que llegado el caso se puede arreglar algún chanchullo con la FIFA, que en una de esas le copa la idea y se prende. Igual aunque nos toque el grupo de la parca, aunque nos toque. Sólo ésta te pido hueso. Que el bolillero nos ponga enfrente a los daneses. Son 90 minutos. Meterle 3 ó 4 goles. Hacerle un par de caños. Alguna que otra depilación de esas vistosas, de las que se merecen un aplauso y listo el pollo. De ahí en más el resto del torneo es darle minutos a los suplentes para que todos tengan la experiencia de disputar un partido mundialista y jugar los restantes matches sabiendo que están de sobra, disfrutándolos casi como campeón anticipado a falta de un par de fechas. Pero, pero, pero, pero, para todo hay un pero, diría la murga. En el fútbol hay tres resultados... y uno depende de usted (se coló la pitonisa, perdón). En el fútbol hay tres resultados, así que si nos cruzamos con los vikingos rojiblancos la lógica indica que la cosa puede terminar en triunfo, empate o derrota. Solo nos sirve el triunfo. A como dé lugar, una vez más. Vale todo, o casi. A saberse. Pelo y barba. Gol en orsei. Con la mano. Codazo en la boca del estómago. Agarrones de todo tipo. Aprenderse algún vocablo en su idioma natal. Eso sí, no vale mandarle compañía a la terna arbitral la noche anterior, ni tirarse al mejor estilo Darío Silva para simular una falta, que eso es la actitud más deleznable que se ha visto sobre la Tierra (dejando de lado lo de la esclavitud, los empalamientos, alguna que otra matanza, etc, etc). Gol con la mano sí, pero tirarse al mejor estilo carioca no se acepta. Y si ni así salen bien las cosas, si los daneses sacan un empate o peor aún para mayor deshonra de la historia de la gloriosa (y añeja) casaca celeste, nos vuelven a vacunar, solo nos quedará agarrar las páginas amarillas, hacer la consulta pertinente y salir a caminar por la ciudad como quien va a jugar a la payana.

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