martes, 23 de junio de 2009

¡Hacete socio, criatura!

La habitación de hospital de un pequeño nacido siempre fue un desfiladero de gente. Por un lado los familiares y por otro los profesionales del centro médico en cuestión. Familiares casi todos los existentes, menos los que están peleados. Trabajadores del lugar muchos: los que llevan la comida, doctores para la madre, doctores para la criatura, personal de limpieza y cualquier funcionaria media chusmeta siempre dispuesta a opinar sobre la belleza del recién nacido.
En los últimos años a este desfile multitudinario se sumó otro numeroso grupo. Trabajadores todos, que por su elevada cantidad suplen la merma en el promedio de personas por núcleo familiar que implican estos nuevos tiempos en que para mantener el estatus social es recomendable mantener pocas bocas.
Este gran grupo -que es un grupo a pesar de no autoidentificarse como tal porque entre ellos la única relación que existe es la competencia-, hace un buen tiempo que forma parte de la fauna propia de un hospital. Se trata de laburantes de a pie, cuyo sustento sale de ir por la vida, ergo por las habitaciones, ofreciendo algo.
Tal vez la primer oferta haya sido el servicio de acompañantes para la madre hospitalizada (para el padre en cuarentena aún no existe un simil, al menos en los propios centros de salud). Luego surgieron otras ofertas: televisión a secas, televisión con conexión a los canales cable para no perderse el partido de fútbol del domingo, una cobertura sanitaria específica para el niño una vez ido éste a su hogar. Hace tiempo ya que la diversificación viene en aumento. Ahora nunca falta algún regalito a nombre de una empresa de pañales o mamaderas para ver si por ahí empiezan a cultivar la tan importante fidelidad a la marca, pues ese tipo de consumidores cieguitos son los más valiosos.
Pero lo visto el otro día en La Española rebasa todos los límites. Resulta que en ese hospital donde es director el conocido Oscar Magurno, hay una promotora que por 20 pesos mensuales afilia al niño o niña como socio de Welcome. El pequeño asociado ipso facto se hace acreedor a un set que incluye varios games: pegotín, llavero, banderín, vincha, destapador, desmorrugador y cenicero del afamado equipo de básquetbol del cual Magurno supo ser presidente en su época más exitosa. El recién nacido también se hace acreedor a dos vales. El primero es canjeable por una camiseta al cumplir los nueve años. El segundo se traduce en un tatuaje del escudo albirrojo cuando el recién nacido adquiera la mayoría de edad. También si es varoncito y mide más de 55 centímetros le hacen la ficha médica gratis y automáticamente queda inscripto en las inferiores del club. Si mide más de 60 ya lo señan y le dan dinero a los padres como muestra de buena fe (los progenitores son los que eligen si la cantidad la prefieren en dólares, euros o moneda nacional).
Esta política ha sido criticada por clubes rivales, sin embargo otras instituciones están considerando seguir el ejemplo. Existen algunas alianzas estratégicas entre equipos de básquetbol e instituciones médicas que están en estudio. Por ejemplo MP está a punto de cerrar trato con Trouville y Biguá. El Hospital Británico tiene pronta una campaña vinculada a un equipo de la Ciudad Vieja, para la cual ya se dispone del eslógan: ¡Elemental, mi querido Waston!
Por su parte dirigentes de Hebraica Macabi intentaron acordar con el Círculo Católico pero las conversaciones no llegaron a buen puerto. Debido a esto ahora están enfocados en relanzar la mutualista MIDU.
El revolucionario plan de socios welcomense también ha trascendido el básquetbol, al punto que Peñarol analiza una propuesta similar. Los carboneros están pensando llevar adelante una agresiva campaña para frenar la merma de su padrón y apuntalar nuevos hinchas de cara al futuro, convencidos que una campaña de este tipo dará más resultado que los resultados deportivos. Es cierto que no hay que tener un postgrado en marketing para darse cuenta, pero bueno, por algo se empieza, y cuanto antes mejor.

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