miércoles, 17 de junio de 2009

No está

-Hola. ¿Fábrica de pastas?
-Sí.
¿Está Llarín?
-Recién salió a comprar piolín, que se nos terminó.
-¿Demora?
-Sí, porque también iba a buscar calabacín, salamín y el boletín del barrio. Además, conociéndolo al muy pillín, dulcero como es, seguro que en un interín para a comprarse algún chupetín o chocolatín.
-¡Qué ruin explotador! ¡Pobre Llarín!
-El chiquilín es nuestro comodín. Hace de todo. No tiene tiempo ni para orín.
-Tan chiquilín no es. Si tiene un bulín por Malvín, y en el botiquín guarda un botellín color carmín con un elixir por si de tan borrachín que va no le funciona el pirulín.
-Creo que ese es otro Llarín. El que trabaja acá vive por San Quintín. Su padre es Fermín, uno que era espadachín y ahora toca violín, clavecín y usa peluquín.
-Ahhh. Es otro. El padre del que yo digo se llamaba Joaquín. La última vez que lo vimos vestía esmoquin. El pobre pisó un patín, resbaló, se elevó como si estuviera sobre un trampolín y se dio la cabeza contra un adoquín. Triste fin.
-La verdad que sí.
-El viejo Joaquín. Qué injusto. Quieto. Los gusanos se habrán hecho un festín. Él que era tan andarín. Conocía un sinfín de lugares. Tenía un viejo Austin con el que iba a veranear a la Laguna Merín con su esposa Evelin Marín. Viajó por Berlín, Turín, Pekín, Benin, Junín. Sabía chino mandarín el veterano. Anduvo en bergantín por el Rin. Se fue hasta la tierra de Rasputín, Lenin, Stalin, Yelstin y Putin solo para ver el Kremlin.
-De ahí también era Yashin, la araña negra.
-Si es por viejos, prefiero al negro Gradín.
-Un grande claro. No lo va a comparar con Santín, Lipatín, Sorín, Fleurquin o Serafín García.
-Por lo que cuentan, no.
-Volviendo al motivo de su llamada, el Llarín que trabaja acá es medio filipichín*, con decirle que usa calzones Calvin Klein, tiene una remera de Tribilín subido a un delfín que le encanta, en la bici puso un pegotín de Ricardo Darín, compró todas las películas de Chaplin, sabe algo de latín y le gusta pasear por las noches su mastín al que bautizó Chapulín. Creo que tiene aserrín en la cabeza.
-Nada que ver. Este otro sale en los Chin Chin, escucha tanto Patakín como Janis Joplin y de mascota tiene un puercoespín que se llama Alvin. En cuanto a gustos odia el budín inglés, nunca fue a un mitin político, no lee ningún pasquín –ni siquiera un folletín-, bebe gin y es muy afín al ayudín**.
-Entonces no. El que trabaja acá solo toma jugolín, escribe con plumín y se pasa hablando del yin y el yang. Creo que nunca arrimó el bochín, ni le pegó con el botín a ningún balón. No debe haber jugado ni al futbolín.
-¿Al futbolito?
-Cierto, es que no soy ni uruguayo ni venezolano.
-Ahhhh…
-Bueno, lo dejo.
-Como un glisín. Buscó un mocasín. Soy un arlequín. Piringundín. La estufa tiene mucho hollín. El ómnibus es de Cromin. La IASA juega en El Fortín. Me llamo Martín. Me apellido Espasandín. Ahí viene el Pato Darwin.
-Está desvariando, señor.
-Es el esplín, el maldito esplín.

FIN


*Filipichín: lechuguino, afeminado. Vg: Querido, el filipichín de nuestro hijo otra vez me gastó toda la crema para las manos.
**Ayudín: sustancia de alto consumo juvenil que “ayuda” a prolongar la noche hasta horas matinales, también conocida como mandanga. Vg: El que tiene ayudín es aquel que está en la barra.

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