miércoles, 6 de mayo de 2009

El muchacho y la muchacha

Ella- ¿Le ponés mostaza a tu pancho?
El- Aprovechá ahora, groncha, que tu marido se fue a la cancha y no sospecha, y ponele lo que vos quieras.
Ella- ¡Qué guacho guaso que sos!
El- Hablo ella, la cucaracha rechoncha que cuando se agacha muestra su bombacha comprada en Rocha, incluida la hucha.
Ella- Te hacés el macho pero después vamos al rancho y ese gaucho abajo del poncho no debe tener ni ocho centímetros de bizcocho.
El- Callate, si estás chocha que te lo diga.
Ella- ¿Te miraste al espejo? Sos un escracho. Un mamarracho. Un bicho mezcla de carancho, carpincho y chancho.
El- Podrías decir cerdo, que suena mejor.
Ella- Pero no me sirve.
El- ¡Y vos, menuda ficha!
Ella- ¿No querés que te haga gancho con Pocho, el morocho que se garchó a tu amigo Nacho Camacho?
El- Andá a lavarte la roncha al río.
Ella- Finísimo el muchacho.
El- Porque la muchacha tiene alcurnia, solo bebe vino garnacha.
Ella- Ese vino es para las tortas.
El- Por eso lo digo, morocha ancha.
Ella - Te escucho.
El- Que me contó el Laucha, que te vieron muy pancha en la Plaza Cagancha, media borracha, abrazada a una que era parecida a la Chacha de Patoruzú.
Ella- De vos me dijo el Carloncho que el Tincho te encontró no muy vivaracho, más bien malucho, luego de un encuentro con el Pocho. Sospecho lo que te ha hecho. Se aprovechó de un zolocho como vos y él que es remacho te remachó el tacho de tal forma que tembló hasta el techo.
El- Tu pasado te acecha. Cincha por volver aquella jovenzuela que usaba vincha de Nacha Guevara, famosa por su colcha deshecha que pocos hombres del barrio desconocen.
Ella- Habló el que se agachó a juntar un corcho que descorchó en casa de su amigo Juancho y terminó en un lecho borracho fumando un troncho, luego que relinchó tan chocho tras un buen trecho de cariño.
El- Qué rea. Si serás trucha. Estás pochocha, pero por más pilcha y facha que te pongas, se te ve la hilacha.
Ella- A vos sí que te ficho. Sos más facho que Pinocho, el chileno pendorcho que por suerte se fue al nicho.
El- Estás pirucha. No me digas eso, que me caliento y se me hincha la vena.
Ella- A vos lo que se te hinchó cuando te nombré a Pocho fue otra cosa. Sacate la saliva del mostacho, estás pensando en un cacho de lapacho que te produzca empacho.
El- Bueno, guacha hincha de la garcha, cambiemos de tema. Estamos muy soeces hoy.
Ella- De acuerdo. Tacho lo dicho. Desecho el diálogo hecho. Me pincho un pecho como castigo.
El- Digamos basta a esta malhecha y maltrecha larga racha de palabrejas.
Ella- ¿Tenés un pucho?
El- ¡La pucha! Los dejé en la lancha estrecha, arriba de la pinocha llena de escarcha, entre la percha y el hacha. A la derecha de la cucha de la perra Pocha, la que tiene una mancha con forma de picha.
Ella- El flacucho del carro de chorizos nos vichó un rato, fichó la conversa, se cansó y con despecho arrancó derecho y despachó a ese que llegó después.
El- Es el Pacha Barilko.
Ella- Vamos a pedir el morfi. De tomar quiero un refresco cola.
El- ¡Flaco, escuchá! Yo quiero una hamburguesa a la plancha, con remolacha y chaucha picada. Ahhh, y una loncha de jamón. De beber trae cocucha efervescente, que engancha.
Ella- Me cacho. Menudo sancocho te vas a comer. Te faltó crema de pistacho. Igualmente, buen provecho.
El- ¿Y vos, cococha?
Ella- Un pancho.
El- ¿Con mostacha?
Ella- Con lo que quieras, papucho, pero ponele mucho.

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