martes, 14 de julio de 2009

La Reina de las Gomeras*

Hola a todos. ¡Ay, qué nerviosa estoy!
Antes que nada quiero decir que para mí es un gran honor recibir este premio. Aunque bueno, si de Fiat hablamos hubiera preferido que fuera un Bravo. Pero tá, al menos no es un 147 todo destartalado, a medio pintar y herrumbrado. Porque quedan de esos, parece mentira pero quedan. Y una, bueno, una tiene su estilo.
Ay, no sé por dónde empezar. Además se que no tengo demasiado tiempo para hablar. No se. En este momento me vienen a esta cabecita loca muchos recuerdos, muchas caras amigas, muchos autos.
Por ejemplo, aquella vez… ay, qué risa. Yo estaba en el cumpleaños de un antiguo novio, y un ex mío, que había sido compañero del liceo y vivía cerca de casa, dijo que se iba. Entonces yo, lo más normal, le dije que me iba con él, que ya estaba cansada. ¡Había que ver cómo se puso mi novio! Al día siguiente todavía le duraba la chupadera. Qué iba a saber yo que apenas irme todos sus amigotes iban a empezar a decirle que era un cornudo, que le habían mejicaneado la novia en la cara y cosas así. La verdad es que solo quise aprovechar el viaje, pero él nunca lo entendió.
Y mi hermana chica. También me acuerdo de ella en este momento. Cómo se sonrojaba cuando a la salida de los bailes me acercaba a algún coche con pinta de ir para el mismo lado. Ella decía que yo era una estúpida por hacer eso, pero bien que después siempre se prendía. ¿O no? ¿Eh? No te rías Micaela, que te estoy viendo ahí en la tercera fila. Es cierto que 9 de cada 10 veces los muchachos se ponían pesados cuando los rechazábamos, pero eran ellos los equivocados. Nosotras solo les pedíamos si nos llevaban a casa, además si pensaban que íbamos a terminar en la cama porque nos vestíamos con microminis y tops son unos prejuiciosos machistas. Pero bueno, además Mica, no te olvides que en dos de esos viajes conociste a los papás de tus hijos, aunque después nunca los reconocieron a los gurises.
Supongo que esto de ser gomera empezó aquel día que mamá me llevó a la parada del 145 y me dijo que a partir de entonces iba a ir solita a la escuela. Cuando vino el ómnibus le hice señas y paró. Y así todos los días y todos los años hasta que terminé la escuela.
Ya en el liceo empecé a probar suerte con los autos y vi que funcionaba también. En los primeros cumpleaños de compañeritos liceales lo mismo, les pedía a los papás de mis amigas y siempre me dejaban cerca de casa. Incluso había uno que me pasaba a buscar por el liceo. Un día me dijo que le gustaba mucho cómo me quedaba el uniforme, así, tableado, y la camisa blanca. Estaba raro. Me miraba… no se. Era como que quería algo, decirme algo.
Ah y aquella vez que estaba en la casa de una compañera de trabajo de la oficina. Habíamos ido varios a su casa a tomar unas cervezas, y como se estaba haciendo de noche cuando uno dijo que se iba –yo sabía que tenía un Hyundai precioso- me apunté al viaje, aunque no tenía claro para donde iba él. Así que al llegar al Puente Carrasco le dije que me tirara por ahí, que estaba a un par de cuadras. ¡Como media hora demoró en pasar un Copsa para el centro! ¡Fue horrible!
En fin, ya termino. Veo que van quedando pocos sandwichitos. Saludos a todos los que me conocen. Y a los que no, cuando quieran pueden arrimarme.
No voy a seguir porque veo que el sonidista está impaciente por irse. Prometo en el año que durará mi reinado ser fiel a nuestra costumbre de garronear viajes en autos ajenos, de hecho, creo que el señor sonidista vive por mi barrio, ¿no? ¿Para qué lado va, buen mozo? Ven. Dice con la mano que para allá, igual que yo, así que me arrima supongo, no será tan poco caballero, que este cielo estrellado tiene una pinta de que en cualquier momento se cierra de golpe y se larga un chaparrón que ni te cuento. Además mañana me tengo que levantar temprano ¿Quedamos así entonces? Qué bueno. Lo espero en la puerta. Usted tranquilo, no se apure. Yo estaré ahí.
Y gracias, gracias a todos. No me lo merezco. Pero bueno, si alguien el viernes de tarde arranca para el Este, que me avise.

(*) Discurso dado por Silvana Garronetti cuando el pasado miércoles le otorgaron el premio anual del Concurso Nacional de Gomeras.

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