lunes, 6 de julio de 2009

Mala memoria

Se despertó y vio en el dedo índice de su mano derecha un pedazo de lana verde. Era señal inconfundible de que tenía que acordarse de algo. O mejor dicho, no olvidarse. Se incorporó al borde de la cama y vio en su mano izquierda el anillo cambiado de dedo. Del anular la noche anterior se lo había pasado al índice zurdo. Indudablemente los dos índices le indicaban algo, pero no recordaba qué.
Semidormido se paró y se dispuso a caminar al baño a orinar. De pronto sintió mojado el pie izquierdo. Había pisado el latón de plástico violeta lleno de agua. Era otra señal que se solía poner por si de tan dormido no reparaba en el detalle de la lana y el anillo cambiado de dedo. Sin sacar el pie del latón pensó qué podría ser lo que tenía que recordar. Cero idea. Nada. Ni por asomo.
Encendió la luz de la habitación y miró a todos lados. Ninguna señal directa de lo que debía recordar. -¿Por qué no me pondré un papelito escrito con lo que tengo que hacer?-, se dijo en voz alta. Nadie lo escuchaba. Hombre soltero y solitario. Nadie podía ayudarlo a recordar esa mañana.
Caminó hasta la cocina mojando el piso cada vez que apoyaba un pie. Cuando apoyaba el otro, no. Llegó a la cafetera y se sirvió una taza llena de café frío. Entonces reparó en un post-it escrito con su propia letra: “¿Y pelotilla, todavía no te acordaste?” Se calentó consigo mismo; pero no con su yo de la mañana sino con el de la noche anterior. -¿Es una broma de borracho a sobrio o qué carajo?-, pensó.
Giró y volvió caminando al cuarto por si hallaba alguna pista que le ayudara a resolver el acertijo que él mismo se había preparado la noche previa. Fue hasta el cuarto mojando el piso cada vez que apoyaba un pie, con el cuidado de ir alternando las huellas mojadas con las que había dejado antes, para que pareciera que solo había ido hacia un lado pero con un pie mirando para atrás y otro para adelante. Se rió de su ocurrencia y escapó por unos segundos a la frustración de no saber qué cornos tenía que recordar.
Miró el reloj para ver la hora y no estaba donde siempre. Claro, en la otra muñeca. Otra señal. -¡Qué memoria de mierda!-, dijo mientras calculaba que una vez más iba a llegar tarde al trabajo. Apurado agarró algo de ropa y se dirigió al baño a ducharse. A los once minutos estaba saliendo de su casa camino a las ocho horas reglamentarias, más algunos cuartos de hora que siempre a desgano regalaba a sus patrones sin derecho a cobro extra.
La mañana transcurrió como en tantas oficinas: sin sobresaltos. Era lunes, así que un poco conversar con los compañeros de lo hecho el fin de semana, alguno que siempre cae con bizcochos, la crónica deportiva, un poquito de cine y trabajar de a ratos, para que después no digan. Pero igual recién es lunes de mañana, así que nada de estresarse.
De vez en cuando miraba el viejo Casio sumergible cambiado de muñeca, el anillo en dedo inapropiado y la lana verde hecha un nudo.
Cuando el reloj de pared indicó las 13:03, supo que era hora de alimentar el cuerpo. Se levantó de su escritorio dispuesto a almorzar y se dirigió a la heladera del trabajo. Al agarrar la manija vio la lanita verde aún atada. Sonrió y caliente consigo mismo se mordió el labio inferior, a la vez que se quitaba la lana, y mientras se ponía el anillo en el dedo correcto y el reloj pulsera en la muñeca correspondiente, dijo en voz alta: -¡Táper de mierda!-, y se vio la noche anterior cocinando unos ravioles de ricota y nuez con salsa caruso.

2 comentarios:

  1. No se como llegue aqui, supongo que cliqueando y cliqueando y siguiendo un poco a espejito espejito...y olvidandome por donde empezo mi busqueda pero, lo cierto es que me senti muy identificada con tu relato. Yo me anoto todo porque a la media hora lo olvido, quizas cuando leas esto ya me habre olvidado...quizas. La verdad que lo mio es mas grave pues ayer sali por tres horitas de mi casa, previo aprontada de mate obvio, y de que me olvide...ehh de que me olvide, de cerrar el gas. Como soy muy positiva, y luego de acatar las puteadas merecidad de mi adorado esposo, agradeci que mis hijos estaban en casa de la abuela de vacaciones...en fin hice una descarga contigo, lo lamento por la masa, un saludo grande

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  2. Bueno, bueno. Muchas gracias por ese comentario anónimo. De hecho hay que irse 33 post atrás para encontrar el anterior comentario, que dicho sea de paso fue de mi hermano y ese era el primer post del blog. A veces pienso que nadie lo lee. Otras veces prefiero pensar que hay algún desconsiderado -o alguna mejor- que pasa y no saluda. Así que en serio, se agradece.

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